Jorge G. Alvear Macías
¿Qué más puede hacer Guaidó sin el apoyo mayoritario del ejército para
derrocar a Maduro? Las grandes protestas callejeras contra el dictador
no han sido suficientes, a pesar de la recesión económica y la
hiperinflación. Las muertes de civiles, heridos y detenciones masivas
provocadas por la represión tampoco han conmovido; han carecido de
significado para los opresores y sus aliados. Tanto que indolentes como
José Mujica, cuando fue consultado sobre la violencia de las fuerzas
policiales venezolanas ejercida para enfrentar las protestas, dijo que
“no hay que ponerse delante de la tanqueta”. Parece que le dio pereza
ensayar una mejor idea.
Tampoco se ve suficiente la presión diplomática que ejerce
Latinoamérica, incluido el Grupo de Lima, que se reúne hoy para
perseverar en una transición negociada.
Salidas a una solución pacífica, cada vez son menos.
Por lo anterior y por otros indicios, me temo que la conflagración
armada entre civiles y militares venezolanos se definirá en el mapa de
la geopolítica global.
El régimen de Maduro se ha sostenido hasta ahora por el apoyo directo
de Rusia, pese a las duras sanciones económicas impuestas por Estados
Unidos a PDVSA, la compañía petrolera estatal venezolana, principal
fuente de dinero del Gobierno. Es que Rusia precisa asegurar sus grandes
intereses económicos involucrados en préstamos, venta de armamento y
garantías constituidas sobre importantísimos campos petroleros en
territorio venezolano. También, como informara el Washington Post,
Venezuela le debe miles de millones de dólares a la estatal petrolera
rusa Rosneft, que tiene en garantía las acciones de la petrolera Citgo
que opera en Estados Unidos. Muchos de esos préstamos, garantías y
negociaciones podrían cuestionarse en un nuevo gobierno, pues no habrían
contado con la autorización de la Asamblea Nacional Legislativa. Esto, a
pesar de que Guaidó habría ofrecido honrar tales obligaciones. Es
decir, parece que Rusia no defiende una posición ideológica, sino el
retorno del capital entregado al régimen madurista.
Desde Estados Unidos, la participación de Rusia “en nuestro
hemisferio” no es bien recibida, según lo señaló esta semana John
Bolton, mientras otros funcionarios del Pentágono en comparecencia al
Congreso estadounidense sostuvieron que la presión diplomática y
económica podría terminar con la crisis, aunque las fuerzas
estadounidenses están preparadas para intervenir. Antes y en otro lugar,
Bolton expresó que las tropas estaban preparadas para tomar medidas si
la situación se deterioraba.
Mientras lo anterior se comenta en los medios, también trascendieron
indicios de conversaciones entre la oposición y el generalato de las
Fuerzas Armadas Bolivarianas, con ofrecimientos de apoyo a Guaidó para
el desalojo de Maduro. A tal punto que, no obstante el aparente triunfo
del dictador, este ya no se sentiría seguro en su círculo de poder.
Maduro ahora “está rodeado de escorpiones”, todos incluido él, dentro de
una botella y es solo cuestión de tiempo, asegura Bolton.
Pero quizás la solución al drama compartido por muchos países
latinoamericanos por la inmigración venezolana está solamente en manos
de Estados Unidos y Rusia. Tal vez solo se necesita que Estados Unidos
garantice el repago de la deuda venezolana a Rusia para que Putin
autorice la salida del avión con Maduro adentro.
*Publicado previamente en el Diario El Universo el día viernes 3 de mayo de 2019.
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