viernes, 29 de octubre de 2010

¿Dónde están que no se ven?

Jorge G. Alvear Macías


Deben existir en el país al menos una veintena de organizaciones no gubernamentales de derechos humanos. Sin embargo en estos últimos tres años han estado ausentes en situaciones que reclamaban y aún reclaman su presencia. Tal pareciera que han desaparecido o se han mudado a otro lugar.

La ausencia ha facilitado en alguna medida la proliferación de abusos y atropellos a los derechos humanos de numerosas personas, incluso de los derechos de los policías.

El más reciente caso es el del ex director del Hospital de la Policía de la ciudad de Quito, removido de su cargo a pedido del Presidente de la República y ahora detenido por orden de un juez. Todo luego de conocerse su opinión, respecto a lo que vio mientras el presidente Correa permaneció en el indicado Hospital, el pasado 30 de septiembre.

El Presidente considera que estuvo secuestrado, mientras que la autoridad administrativa que estuvo a cargo del Hospital, teniente coronel César Carrión no corroboró esa versión. En declaraciones a la cadena de noticias CNN, Carrión sostuvo que en el tercer piso –donde se encontraba el Presidente– solo estaba el personal médico, la seguridad del señor Presidente, y que no había visto que una persona haya estado con un arma ni mucho menos. El Presidente se sintió desmentido por un subalterno que –en su opinión– no debió hacerlo.

El punto es que la voz autorizada del Hospital era el ex director del centro de salud que le brindó cuidados al Presidente. El Presidente era el paciente, como le consta a la ciudadanía.

Sin entrar a opinar sobre la detención del profesional médico, ni sobre la acusación que la generó, sí es necesario señalar que la denigración pública a la que se le sometió en el enlace presidencial y luego la remoción de su cargo constituyen una clara violación a su derecho a opinar, protegido y garantizado en la Constitución. La realidad es que ante la falta de las organizaciones de defensa de los derechos humanos, que pudieren prestarle apoyo al teniente coronel Carrión, sus familiares, compañeros y amigos leales tendrán que asumir esa tarea.

En todo caso, hasta que aparezca alguna organización de las aludidas, sugiero al lector que conociere de violaciones a derechos humanos, en especial a la libertad de opinión como la indicada, que las denuncie. Por ejemplo, enviando comunicaciones a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Si prefiere por correo ordinario: Comisión Interamericana de Derechos Humanos 1889 F Street, N.W. Washington, D.C., 20006 USA. También puede dirigir un correo electrónico a: cidhdenuncias@oas.org y relatar de la manera más sencilla el caso.

Al hacerlo contribuirá a llenar el vacío ya comentado. Es una alternativa democrática y pacífica para protegerse a sí mismo y expresar el rechazo a los actos que significan abuso y regresión al reconocimiento de los derechos esenciales de toda persona. No corresponde quedarnos con los brazos cruzados. ¿Vivimos o no en un Estado de derechos y Justicia?



*Publicado en el Diario El Universo, viernes 29 de octubre del 2010
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sábado, 23 de octubre de 2010

¿Quién maneja la crisis?

Jorge Alvear Macías


Las opiniones respecto a un supuesto o inexistente intento de golpe de Estado, inmerso en la rebelión policial del “30-S”, son coincidentes cuando señalan ciertos elementos de la misma. Entre otros: el descontento del personal de las Fuerzas Armadas y Policía, generado con la supresión de beneficios salariales; la convicción popular de que el reconocimiento de los derechos debe forzarse con situaciones de hecho; y la impulsiva decisión del Presidente de encarar el reclamo policial, desoyendo a colaboradores que intentaron persuadirlo, para que espere la información completa sobre la situación real de los hechos.

Lo cierto es que, al menos, estos tres elementos confirman la existencia de una crisis política-institucional-ciudadana, que le corresponde afrontar al Gobierno.

Para afrontar esta crisis y controlar su impacto –como acontece con cualquier crisis–, es necesario identificar sus causas, más aún si se presentaron situaciones graves de violencia, con pérdida de vidas; con atentados a la propiedad privada, pánico colectivo, resentimientos en la fuerza policial y en el ejército, traumas de los familiares de las víctimas y de la colectividad toda.

Pero el manejo de la crisis no debe limitarse a contenerla, que por cierto es importante. Lo ideal es que no se repita. Entonces, ¿cómo proceder?

Los especialistas en este campo recomiendan evitar que se sobredimensione la crisis y proponen tratar las controversias de manera que no se profundicen. También debe evitarse que intervengan nuevos actores. En términos coloquiales: cuidarse de “no pisar callos” para no agrandar el “quilombo”.

Desconozco si ya se conformó el Comité de Crisis necesario para manejar la del “30-S”, de pocas personas, con poder para dialogar, tomar decisiones y que respondan ágilmente a las secuelas. La salida del conflicto no puede quedar en manos de un solo individuo.

También se aconseja informar a la colectividad con mensajes claros y precisos, que siempre transmitan la verdad. No se recomienda negar los hechos ni entregar datos falsos o especular. Es apropiado que los encargados en el manejo de la crisis expliquen las circunstancias, el origen de ella, consecuencias y medidas que se tomarán.

Se sugiere además, cuidar el tono del discurso, considerando la posición de los afectados y sin culpar a las víctimas.

Por lo comentado, resulta razonable que para el manejo de nuestra crisis se consulte a los actores involucrados, en medio de un diálogo transparente, que privilegie la credibilidad. Es sensato cesar la insistencia en acusaciones irracionales, ya desvanecidas por la percepción del público.

Para la ciudadanía es prioritaria una señal de que se avanza hacia el restablecimiento de la normalidad. Es imprescindible entonces, garantizar el trabajo de los medios de información, pues su ayuda es vital, pero informando en libertad. Que todos expresen y escuchen las distintas opiniones.

Al final, la opinión pública será la que dé una válida medición de resultados en el manejo de esta crisis… no el Gobierno.

Nota: Ojalá el Presidente en algún enlace y aprovechando su liderazgo –como lo hizo Michelle Bachelet–, reprendiese a la población que participó en los saqueos del 30-S para que tome conciencia y mida la consecuencia de sus actos.


* Publicado en el Diario El Universo, sábado 23 de octubre del 2010

viernes, 8 de octubre de 2010

El ‘Limazo’

Jorge Alvear Macías


El 5 de febrero de 1975 se produjo, en la capital del vecino Perú, una huelga de 1.000 policías por reclamos salariales, que la prensa local calificó como el “Limazo” e inicio de una “orgía de vandalismo y saqueo desaforado” a que fue sometida la ciudad de Lima, sin protección de la gendarmería. Al saqueo de almacenes y viviendas, le sucedió la confiscación de los diarios y la toma militar de los canales de televisión, y una cruenta represión que dejó como saldo 100 muertos y 1.000 heridos.

Eran tiempos de la dictadura del general Velasco Alvarado, que luego de tal violencia y caos, inició su fin y dejó un triste recuerdo a los peruanos, además de una economía destruida.

En esa ocasión, el detonante fue la bofetada de un general a un policía raso, por haber permitido que un periodista se acercara al auto presidencial. El Ejército utilizó tanques de guerra para recuperar el cuartel de policía e impedir que una turba atacara la Embajada de Estados Unidos. Esto último dio lugar a una anécdota, pues un diplomático norteamericano habría dicho: “¡Gracias a Dios por los tanques rusos!”.

He referido ese acontecimiento para intentar encontrar explicaciones y enseñanzas en los deplorables hechos del pasado 30 de septiembre, que así como el ataque a las Torres Gemelas marcó un cambio del mundo, seguramente marcarán el verdadero cambio de nuestro país.

Ese cambio difiere del modelo rígido dibujado por los integrantes de la clase política gobernante. Se trata de un cambio que ya los ha desbordado. No lo podrán evitar con su retórica de muletilla mientras reeditan, con apoyo de la tecnología y las dádivas, las malas prácticas políticas del pasado.

Mientras no entiendan que el consenso de valor permanente solo se logra con los representantes de la ciudadanía que tienen una visión distinta a la del oficialismo, el cambio los seguirá desbordando. Es la coincidencia en objetivos de bien común, la que concreta el verdadero pluralismo y la participación en real democracia. Es necesario que ello ocurra en la Asamblea Legislativa –y como una cuestión de honor y dignidad– todos defiendan los acuerdos por mínimos que sean, para recuperar el respeto que esta función del Estado necesita para sobrevivir.

Paralelamente, los asesores del Presidente deberían hacerse escuchar con personalidad y evitarle los errores que nos afectan a todos. No es justificación, ni nos sirve de consuelo que se repitan ellos mismos, lo inútil que sería intentar aconsejarlo dada la forma de ser del Presidente. Debe existir algún medio para transmitirle serenidad y sensatez. Por ejemplo, el ministro Jalkh es un especialista en mediación, brillante profesor de sistemas alternativos de solución de conflictos y no encaja con la tesis de la confrontación violenta. Debe hacer lo suyo.

La huelga policial del jueves 30 fue una “alerta naranja” y no es admisible, por la supervivencia del Estado, continuar por la senda de medir fuerzas e intentar reafirmar la imagen de un gobierno que, como se ha evidenciado, pudo sucumbir sin necesidad de un plan desestabilizador. El Ecuador requiere seguridad y paz, con respeto y libertad de información.

*Publicado en el Diario El Universo, viernes 08 de octubre del 2010

viernes, 1 de octubre de 2010

La música también es libertad

Jorge Alvear Macías


Es expresión libre del compositor, tal vez no tanto del ejecutante cuando deba hacerlo para complacer, pero sin duda lo es del que escucha. De ahí que la imposición que trae el proyecto de la Ley de Comunicación, llamada también “Ley de Medios” o “Ley mordaza”, para que las emisoras de radio difundan la producción musical nacional, en un porcentaje igual a la “extranjera,” es incompatible con el concepto de libertad.

Como el común de los lectores, disfruto mucho de la música. De acuerdo a la ocasión escucho la música “nacional”, aunque estimo que la música no tiene fronteras y resulta un contrasentido encasillarla así en un afán nacionalista, que no le reporta ningún beneficio. Es que los cantantes o ejecutantes de música, que ha tenido y tiene nuestro país, han sobresalido y alcanzado la celebridad, dentro y fuera de Ecuador, gracias a la preferencia del público, nacional y extranjero. Es el caso de Julio Jaramillo, Olimpo Cárdenas, Beatriz Parra, su hija Beatriz Gil, Patricia González, los hermanos Parra, Astrid Achi, Hugo Henríquez, Hilda Murillo, Juan Fernando Velasco, Fausto Miño, Jesús Fichamba, Priscila Galecio, los hermanos Miño Naranjo, Silvana, Del Hierro, Betancourt, Cesa, Rosero, para nombrar algunos de la larga lista de talentos.

¿Acaso alguno de los mencionados alcanzaron el éxito por imposición de una ley? Por supuesto que no. La razón principal radicó en que tuvieron una voz privilegiada y porque conformaron sus repertorios de acuerdo al gusto del público. Por desventura, no todos los cantantes tienen la voz que necesitan para alcanzar el favor de la audiencia o no han encontrado “la canción” que les abriría las puertas de la fama. Siendo así, una ley no les proporcionará la voz o la canción que necesitan para triunfar.

En gustos y colores no opinan los doctores, dice el adagio que deben tener presente los asambleístas que impulsan el proyecto de ley de este comentario. La preferencia del público constituye el cauce natural de una carrera musical. Tanto es así que, sin necesidad de la pretendida imposición de la ley, el público sigue escogiendo nuevos valores para llevarlos al estrellato y porque además hay libertad para escuchar o no, incluso la música de dudosa calidad de composición o ejecución. Por ejemplo, ¿conocía usted amigo lector que la canción Chúpate la plata es la más escuchada a cierto nivel de la gran población, …especialmente los viernes de tarde?

La promoción de los talentos –en Corea o Ecuador– tiene muchas alternativas, tantas como lo permite el ingenio. Usted puede comprobarlo en internet, en donde encontrará por ejemplo a Alexandra Cabanilla, quien ofrece su disco titulado Pasional …Jazz ecuatoriano. Ahí puede escuchar en el sitio: emusic.com, fragmentos de Alma en los labios, Pesares, Sendas distintas, Invernal entre otras hermosas melodías. Esta producción “nacional” incluye el valse peruano Regresa. También puede encontrar a Marco Urdiales, con boleros magníficamente interpretados, pero si lo obligan a escucharlos seguramente no le parecerán igual.

Invito a reflexionar sobre lo anterior a doña Betty, a la otra Betty y a don Rolando. La música también es libertad.

 *Publicado en el Diario El Universo, viernes 01 de octubre del 2010