sábado, 29 de diciembre de 2018

Cicig: despejando dudas (II)

Jorge G. Alvear Macías
La ex fiscal general guatemalteca Thelma Aldana –Premio Nobel Alternativo entregado por Right Livelihood y posible candidata presidencial–, en declaraciones a la radio alemana Deutsche Welle, dijo que en investigaciones efectuadas al frente del Ministerio Público conjuntamente con la Cicig detectó redes político-económicas ilícitas, generadoras de la gran corrupción en Guatemala. 
Por su parte, Iván Velásquez, comisionado de la Cicig, también entrevistado por la indicada emisora, complementó que el apoyo de la Comisión al Ministerio Público les infunde miedo a los corruptos, porque “no pueden manipular las investigaciones, como era lo usual en el país”. 
Recientemente, Manfredo Marroquín, representante de Transparencia Internacional en Guatemala, entrevistado por Estéfani Espín (Ecuavisa), recordó que la Cicig ha investigado 5 gobiernos (con sus presidentes) y procesado por corrupción a casi 700 altos funcionarios, articulados con grandes conglomerados que hacen negocios con la función pública. Agregó que la eficacia se debe a la independencia de los investigadores extranjeros de la Comisión, que la torna incontrolable para los poderes locales.
Todo indica que ante el respaldo de los guatemaltecos a la Comisión, tales poderes han avivado en el campo internacional reacciones contra la Cicig y han intentado sin éxito que Estados Unidos le suspenda su aporte económico, acusándola de estar coludida con el gobierno de Putin para perseguir a empresarios rusos disidentes y sus familias. 
En un comunicado del Ministerio Público y de la Cicig se conoció que una familia rusa apareció involucrada en la investigación de una estructura criminal dentro de las instituciones del Estado, que facilitaba a cambio de dinero el ingreso, permanencia y tránsito ilegal de extranjeros, proporcionándoles documentos de identidad en que aparecían como ciudadanos guatemaltecos. Entre los procesados y sentenciados están exfuncionarios de la Dirección General de Migración (DGM) y del Registro Nacional de las Personas (Renap), abogados, tramitadores (coyotes) y usuarios de esa estructura criminal, entre ellos los rusos Igor Bitkov, Irina Bitkova y Anastasia Bitkova.
En el informe de labores de la Cicig, difundido en noviembre pasado, se destaca su asesoría técnica y acompañamiento al ministerio público en investigación y litigio en casos emblemáticos de corrupción administrativa en municipalidades, en la administración tributaria, en la contratación de obras (caso Odebrecht), en el sector del transporte y sistema de salud. También investigó la corrupción en la Función Judicial y descubrió una estructura paralela a las comisiones oficiales para influir en el nombramiento de los magistrados de las cortes y altas autoridades del Poder Judicial, integrada por abogados, magistrados y diputados. En el Congreso Nacional detectó lavado de dinero y otros activos, cohecho activo y falsedad ideológica. En el ámbito electoral, completó investigaciones de financiamiento electoral ilícito.
En el informe se resume que la Cicig, junto con la Fiscalía, identificó 60 organizaciones delictivas, procesó en 100 casos a 680 personas (el 60% se encuentra con medidas cautelares), más de 310 tienen sentencias condenatorias. Ha presentado 34 reformas legales, entre ellas, Ley del Crimen Organizado, Reformas al Código Penal en materia de Anticorrupción y la creación de tribunales de Mayor Riesgo.
La experiencia de la Cicig es imprescindible para enfrentar la delincuencia organizada y la impunidad en Ecuador, que superarían a las de Guatemala. (O)
*Publicado previamente en el Diario El Universo el día sábado 29 de diciembre del 2018.

viernes, 28 de diciembre de 2018

Cicig: despejando dudas

Jorge G. Alvear Macías
Embajador de EEUU Luis Arreaga e Iván Velásquez,
comisionado de la CICIG
La semana pasada se expresaron ciertas opiniones señalando dudas sobre la independencia de la Comisión Internacional contra la Impunidad de Guatemala (Cicig) respecto de los grupos de presión locales. También se dijo que dicha Comisión no ha sido independiente de los grupos de presión extranjeros y que la Cicig tiene su propia agenda política. Aunque se reconoció que la Comisión ha logrado encarcelar a altos funcionarios públicos guatemaltecos como un expresidente y una exvicepresidenta, por actos de corrupción, también se la acusó de graves abusos como, por ejemplo, los cometidos contra una familia rusa de apellido Bitkov. 
Los Bitkov emigraron a Guatemala y se dicen perseguidos por el presidente Putin. 
Para Rachel Schwartz, del Washington Post, existen pocas evidencias para sugerir las supuestas presiones del Kremlin sobre la Cicig en el procesamiento de Igor Bitkov, su esposa Irina y su hija Anastasia. Menos para sugerir que dicha Comisión se haya convertido en parte del “brazo largo” del Estado ruso. 
La acusación de la interferencia rusa –que llegó a ser conocida en el Congreso de EE. UU.–, de haber sido acogida pudo dañar la misión anticorrupción de la Cicig en Guatemala, pues parte importante de su financiamiento lo provee Estados Unidos. Afortunadamente, en agosto del 2018 fue confirmado el financiamiento (US$ 6 millones). La Embajada estadounidense en Guatemala informó que no se encontraron evidencias de una confabulación entre el Gobierno de Rusia y la Cicig cuando esta investigó el caso Bitkov. 
La citada Rachel Schwartz se pregunta y responde: ¿Dónde está la evidencia de que las fuerzas del Gobierno ruso involucraron a la Cicig? Los donantes estadounidenses y europeos han aportado unos US$ 90 millones (desde el 2007), pero la Cicig nunca ha recibido fondos del Gobierno ruso. Si no existe una conexión Kremlin-Cicig, ¿de qué se trata esto realmente? La respuesta está en la naturaleza de la política interna de Guatemala. Al etiquetar a la Cicig como un instrumento político del Gobierno ruso, las élites políticas guatemaltecas buscan revertir la dura campaña anticorrupción en el país.
La idea de que hay una colusión entre la Cicig y el Kremlin no es posible, según Daniel Wilkinson, director administrativo de la división de las Américas de Human Rights Watch. También expresó que la Cicig tiene una trayectoria bastante notable en Guatemala. “Es una de las inusuales historias de éxito en la lucha contra la corrupción”. En noviembre pasado, Wilkinson calificó los logros de la Cicig como espectaculares. 
El contraataque a la Cicig, liderado ahora por el presidente Morales, quien es investigado por delitos electorales (su hijo y hermano están procesados por corrupción), preocupa a los defensores de los derechos humanos de ese país. Les resulta difícil creer que en la estrategia de los grupos de poder enfrentados en la lucha de la Cicig se hayan incorporado acusaciones de abusos a derechos humanos de una familia extranjera, que fue procesada por la Fiscalía de Guatemala, dentro de una investigación efectuada al crimen organizado de falsificación de documentos de identidad. Tanto más que trascendió en el Congreso de EE. UU. que los Bitkov adquirieron pasaportes guatemaltecos con nombres falsos y pagaron US$ 50.000 por cada uno. (Continuará mañana) (O)
*Publicado previamente en el Diario El Universo el día viernes 28 de diciembre del 2018.

viernes, 21 de diciembre de 2018

El ejemplo peruano

Jorge G. Alvear Macías

Mientras trazo esta columna, la Asamblea Nacional debate la resolución para insistir al presidente Moreno que constituya la Comisión de Lucha contra la Corrupción en  cooperación con la ONU, como la de Guatemala.
Ojalá que los asambleístas den ese paso y el presidente Moreno los escuche, si lo hacen pasarán a la historia. No hay otra manera de resolver el acuciante problema de la corrupción e impunidad.
Con una Comisión Anticorrupción Internacional no se mancillaría la soberanía nacional, pues actuaría al amparo de un convenio internacional; y, la firma de nuestro presidente o su delegado sería evidencia plena de soberanía; además, tal Comisión Internacional tendría la calidad de invitada y no de un ejército invasor.
Si bien existe una Comisión Anticorrupción local y el apoyo de una prensa valiente que ha denunciado el asalto a los fondos públicos, hay que aceptar que no se ha conseguido acabar con la impunidad ni mucho menos recuperar el dinero robado. Desafortunadamente carecemos de los medios, de órganos independientes y de experiencia para esa lucha.
Tan infructuosos han sido los esfuerzos  que en el caso Odebrecht, la Fiscalía de Ecuador no ha podido seguir el ejemplo de su par peruana. Esta ya entró  en una nueva etapa de colaboración con esa empresa, pues en enero próximo se firmará un acta que incluye puntos claves con un “potencial devastador”, según el diario O’Globo de Brasil.
En efecto, Odebrecht se comprometió a entregar toda la información de la que dispone –sin restricciones– sobre coimas y aportes a las campañas electorales peruanas.   Así, la Fiscalía peruana  en sus investigaciones con ramificaciones al caso Lava Jato podrá cerrar el cerco a los exmandatarios Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y Alan García,   sobre los que hay sospechas de mala administración y recepción de dinero de empresas brasileñas; incluidas otras personas naturales y jurídicas nacionales y extranjeras coaligadas en la red  internacional de corrupción y delincuencia organizada. El acuerdo fue precedido –dos años atrás– del reconocimiento de Odebrecht como responsable en actos de corrupción, por los que habría dado disculpas a la sociedad  peruana y ofrecido reparaciones civiles al Estado.
El compromiso incluye la entrega de pruebas documentales y testimoniales. A cambio de esa colaboración, el Estado peruano no procesará judicialmente a Odebrecht ni a sus exejecutivos (la mayoría  de ellos ya condenados en Brasil).
Una vez que el referido acuerdo haya sido aceptado y homologado por una jueza peruana, Odebrecht entregará todos los archivos contenidos en los soportes electromagnéticos de los sistemas contables  denominados 
“Drousys” y “Mywebday”, que esa empresa creó para manejar los dineros utilizados en la compra de funcionarios corruptos en los países donde operaba. Es decir, un registro interno de los sobornos pagados y la identificación de los sobornados. Algunos archivos ya están en posesión del Estado peruano, gracias al suministro efectuado por la Fiscalía suiza al amparo de un convenio, que Ecuador no habría suscrito aún.
Con el acuerdo alcanzado entre la Fiscalía del Perú y Odebrecht, esta empresa pagará S/610 millones como reparación civil en 15 cuotas anuales. La primera cuota se cancelará el próximo año 2019.
*Publicado previamente en el Diario El Universo el día viernes 21 de diciembre del 2018

sábado, 15 de diciembre de 2018

La misma corrupción...

Jorge G. Alvear Macías

El presidente Moreno no desea traer al país una Comisión Anticorrupción similar a la Cicig de Guatemala. Habría sido convencido por círculos influyentes, dentro y fuera del Gobierno, para no honrar su promesa de campaña. Esto ocurre frente al evidente fracaso de la lucha contra la corrupción y la impunidad, y sin que se haya recuperado una ínfima parte de los dineros públicos atracados, que un organismo internacional estimó en $ 70.000 millones.

La decisión implicaría un mensaje que entraña invitación a seguir usando la vía de la corrupción para acceder al dinero fácil.

Afortunadamente, en dirección contraria a la corriente negativa del Gobierno, cada día se incrementan los pedidos ciudadanos, así como de columnistas de opinión y asambleístas (como Héctor Yépez y Fernando Callejas) para que el presidente cumpla su ofrecimiento de traer una comisión internacional integrada por investigadores extranjeros experimentados en la lucha contra la corrupción organizada, apoyada por Naciones Unidas, pues el país carece de los medios y experiencia. El presidente no ofreció auditores para contabilizar el monto de peculados, sino una comisión similar a la Cicig para atrapar a los responsables y recuperar los dineros. Así lo entendimos y se lo hemos venido recordando. No se comprometió a gestionar el modelo fracasado promovido por la OEA en Honduras.

En febrero de 2018, el jefe de la misión anticorrupción de la OEA en Honduras renunció por falta de apoyo económico del ente regional y del propio Gobierno hondureño. La población quería una comisión de Naciones Unidas similar a la existente en Guatemala. En el caso de la Cicig, esta opera financiada por países que han desembolsado cumplidamente los dineros necesarios en los once años de su existencia.

La operación de la Cicig no afecta la soberanía guatemalteca. El pasado 9 de diciembre, durante la conmemoración del Día Internacional contra la Corrupción en El Salvador, el jefe de la Cicig, Iván Velásquez, ratificó que ese organismo tiene como tarea apoyar al Ministerio Público (MP) –equivalente a la Fiscalía General del Ecuador– y no lo sustituye. El MP conserva la titularidad de la acción penal. Aclaró que una investigación de la Cicig, “… si no es admitida, compartida y aceptada por el MP, puede quedar para los archivos... sin ninguna incidencia judicial, porque es el Ministerio Público guatemalteco el que dirige la investigación y tiene la responsabilidad de judicializar”.

Para Steven Dudley (columnista del New York Times e investigador del crimen organizado en las Américas), la Cicig es uno de los experimentos más importantes sobre justicia en la región. Ella efectuó una de las investigaciones más relevantes contra las élites en la historia de Guatemala y puede “enseñarnos muchas lecciones que pueden ser aplicadas más allá del país”. La lección primordial es que no existe un sistema de justicia realmente independiente en países como Guatemala. Allá, el sistema judicial se convirtió en herramienta altamente politizada utilizada por las élites, políticos y criminales, por igual. “Los agentes judiciales están sujetos a presiones que van desde lo personal a lo político y lo económico. La independencia es imposible, en parte porque estos actores judiciales dependen de las mismas redes, tanto políticas como criminales…”, sostiene Dudley. 

¿Acaso Ecuador no padece lo mismo que Guatemala?

*Publicado previamente en el Diario El Universo el día viernes 14 de diciembre del 2018

 https://www.eluniverso.com/opinion/2018/12/14/nota/7097496/misma-corrupcion

viernes, 7 de diciembre de 2018

Alerta roja negada

Jorge G. Alvear Macías
  

La Interpol decidió no emitir alerta roja en contra del expresidente Rafael Correa, solicitada por una jueza ecuatoriana de la Corte Nacional de Justicia dentro del proceso penal por el secuestro de Fernando Balda. La Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol), con 192 países miembros, ha dicho que la medida no era compatible con el respeto a los derechos humanos, sin proveer mayores detalles.
El exmandatario fue llamado a juicio y desde el principio se ha negado a presentarse ante la justicia ecuatoriana. Se considera un perseguido político.
La Corte Nacional de Justicia afirmó que la negativa no cumple con los requisitos establecidos en el artículo 38 del Estatuto de la Comisión de Control de los Ficheros de Interpol. Entendemos que uno de ellos es la motivación, que no se habría cumplido en la escueta respuesta del organismo internacional. 
Según lo establece el citado artículo, las decisiones adoptadas por la Cámara de Solicitudes (de Interpol) deben motivarse y contener, entre otros elementos, un resumen del procedimiento, las exposiciones de las partes, una declaración de los hechos, la aplicación de las normas de Interpol, un análisis de los argumentos jurídicos y las partes operacionales.
En el caso, el fundamento jurídico de la solicitud de notificación roja es la orden de detención expedida por la autoridad judicial del Ecuador, dotada –según lo exige la normativa de Interpol– de competencia en materia de enjuiciamiento penal. Por tanto, puede solicitar la localización de una persona buscada y su detención o limitación de desplazamientos con miras a su extradición, entrega o aplicación de otras medidas jurídicas similares.
El artículo 83 del indicado Reglamento también establece las condiciones específicas para la publicación de las notificaciones rojas, que le fueren requeridas a Interpol, cuyos criterios mínimos para proceder con estas son: que se trate de un delito grave de derecho común; que no constituya una de las categorías de delitos que en varios países miembros de la organización susciten controversias, por estar relacionados con normas culturales o de comportamiento; o con asuntos familiares o privados; ni de delitos derivados tanto de la infracción de leyes o normas de carácter administrativo como de litigios privados, a menos que la actuación delictiva esté encaminada a facilitar un delito grave o se sospeche que está conectada con la delincuencia organizada. Para facilitar lo anterior, la Secretaría General de Interpol mantiene actualizada y compartida con los países miembros una lista de los delitos que entran en las categorías mencionadas.
Es susceptible de alerta roja la búsqueda de personas que hayan cometido un delito punible con pena de privación de libertad máxima de al menos dos años, o más grave. Si la búsqueda es para el cumplimiento de una condena, la pena impuesta debe ser al menos de seis meses de privación de libertad, o si bien le queda por cumplir seis meses de la penalidad.

En definitiva, la solicitud de alerta roja debe presentar un interés para la cooperación policial internacional. Tal consideración debe establecerse mediante examen jurídico antes de su publicación, para garantizar su conformidad con el Estatuto y demás textos normativos de Interpol. 
*Publicado previamente en el diario El Universo el día viernes 7 de diciembre de 2018.