viernes, 27 de noviembre de 2020

¡Nos urge aprender de Guatemala!

Jorge G. Alvear Macías

Un país que luego de superar una guerra civil fratricida buscó con determinación deshacerse de la corrupción en el Estado, que había cooptado los estamentos del Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Para esto último solicitó y obtuvo la ayuda de Naciones Unidas, organismo internacional que conformó una Comisión Internacional de Lucha contra la Impunidad (Cicig), integrada con exfiscales, exjueces, exdetectives policiales, abogados expertos en la redacción de legislación penal y litigantes en ese ámbito, así como técnicos en el rastreo internacional del dinero estatal apropiado por mafias de empresarios defraudadores y políticos.

El numeroso equipo realizó un diagnóstico de la realidad delincuencial del país, estableciendo los crímenes de gran impacto para la población más pobre, para luego diseñar leyes especiales anticorrupción, necesarias para reunir pruebas contra los enriquecidos a costa del Estado, procesarlos y condenarlos. En la tarea, por ejemplo, colaboraron para dotar a Guatemala de la Ley de Extinción de Dominio de los patrimonios de las mafias; y, propusieron reformas constitucionales apropiadas y en otras leyes (Código Penal, ley Ministerio Público, entre otras).

Toda la operación de la Cicig fue financiada por países del primer mundo, con lo cual se aseguró independencia y eficacia para investigar a las más altas autoridades del Estado, involucradas en latrocinios de dineros de la contratación pública.

Fue la Cicig la que sentó las bases de la concientización social guatemalteca de rechazo a la corrupción, colectividad que antes parecía inerte o indiferente como gran parte de la ecuatoriana.

Sin embargo, hay que resaltar que allá el interés escrutador de la ciudadanía a la gestión pública se debe en parte al trabajo de la prensa independiente que la Constitución de Guatemala protege en forma ejemplar. Por ejemplo, no podría ocurrir el tamaño atropello sufrido en la provincia del Napo por el periodista Juan Sarmiento, quien, por criticar la gestión del exgobernador, Patricio Espíndola Lara, durante la emergencia sanitaria por el coronavirus, fue procesado y condenado a cumplir diez días de prisión, más el pago de 100 dólares y a pedir disculpas públicas (en sentencia ratificada por una jueza, prima del exgobernador denunciante).

No, en Guatemala no existe tal peligro. Su Constitución precautela la Libertad de Emisión del Pensamiento (art. 35). con la advertencia: “…No constituyen delito o falta las publicaciones que contengan denuncias, críticas o imputaciones contra funcionarios o empleados públicos por actos efectuados en el ejercicio de sus cargos…”.

Es más, su Corte de Constitucionalidad ha reiterado que esa libertad es válida para ejercerla por cualquier medio de difusión y sin censura previa. En su jurisprudencia, tal disposición debe preservarse a ultranza, para garantía de la difusión de ideas y no puede ser objeto de ninguna matización que implique limitarla. Al periodista, como cualquier ciudadano, le asiste el derecho a exteriorizar su pensamiento, así como otro tiene el derecho de recibirlo libremente. (O)

*Previamente publicado en el Diario El Universo, el día viernes del 2020.

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domingo, 15 de noviembre de 2020

Peligros de una Ley de extinción de dominio

Jorge G. Alvear Macías

Una ley que impida la impunidad de bienes adquiridos como consecuencia de actividades ilícitas es necesaria; especialmente, los de la delincuencia organizada enquistada en el Estado. ¿Que es imperativo frenar los escandalosos sobreprecios en la contratación pública? ¡Por supuesto! La sociedad no soporta más funcionarios enriquecidos a costa de contratos perjudiciales para el Estado.

Sin embargo, la ley de extinción de dominio que se pretende aprobar debe ser apropiada para ubicar y recuperar los ingentes fondos atracados al erario, pero sin que represente un riesgo de convertirse en instrumento del abuso judicial o de persecución política de cualquier gobierno que se valga de los organismos de control. Algo bastante visto en las últimas décadas.

El caso más reciente atañe a la señora Carolina Astudillo, quien fuera secretaria del abogado Dr. Carlos Pareja Cordero. Ella fue involucrada en un juicio penal iniciado contra el indicado abogado, “…fundamentado en un informe elaborado por la Unidad de Análisis Económico y Financiero (en lo sucesivo, UAF) del Ecuador, que contenía información ilegal y fraudulenta relativa a supuestas actividades en las cuentas y supuestos estados de cuentas bancarias que presuntamente se mantenían en los Estados Unidos, inclusive cuentas supuestamente localizadas en Miami…”, tal como lo destaca textualmente una sentencia proferida el 2019 por un juez de la ciudad de Miami.

Resulta que dicho juez condenó a un perito en sistemas de informática, de nacionalidad ecuatoriana –residente en Quito–, a pagarle a Pareja Cordero una indemnización por daños y perjuicios económicos y morales, entre ellos la destrucción de su reputación personal y profesional.

La sentencia revela que el hacker fue contratado por el Gobierno del Ecuador, para que acceda a los correos electrónicos de Pareja. El condenado “… jaqueó con éxito las Cuentas de Correo Electrónico de Pareja… (para ello) se valió de una computadora con dirección de IP en Miami, Florida”. Luego puso en conocimiento del juez ecuatoriano y de otros funcionarios del gobierno la información que “jaqueó”, entre otras cosas, la información bancaria de Pareja en los EE. UU., “… que la UAF utilizó fraudulentamente para incriminar injustamente a Pareja y a otros”. También se explica que “… inmediatamente después de recibir los mensajes de correo electrónico que (el perito) ‘jaqueó’ de las Cuentas de Correo Electrónico de Pareja, el presidente Rafael Correa difundió los mensajes privados de correo electrónico de Pareja mediante numerosos medios de comunicación, inclusive medios electrónicos, y por la televisión nacional ecuatoriana”.

El juez observó que antes del indicado procesamiento fraudulento Pareja Cordero ejercía su profesión (40 años); y como resultado del “jaqueo” ilícito, él y su familia fueron forzados a huir del Ecuador y asilarse en el Perú.

En tanto que continúa el calvario de Carolina Astudillo, pues la Fiscalía pretende que se anule en casación la sentencia que ratificó su inocencia.

Afortunadamente, no tenemos pena de muerte en Ecuador… (O)

*Publicado previamente en el diario El Universo, el día viernes 13 de noviembre de 2020.

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