viernes, 24 de julio de 2020

¿Assange pudo estar en la terna?

Jorge G. Alvear Macías


¿Hizo bien la Asamblea Nacional en elegir a la actual vicepresidenta de la República, sin verificar previamente las inhabilidades de orden constitucional de los integrantes de la terna enviada por el presidente de la República? Estimo que no.
Es consustancial a la potestad nominadora de la Asamblea su implícita facultad para determinar o no la presencia de impedimentos generales o específicos para los aspirantes a reemplazar a un vicepresidente que renunció al cargo. De tal manera que si ninguna de las personas incluidas en la terna cumplía con las circunstancias o condiciones creadas en la Constitución, la Asamblea también tenía la opción de devolverle la terna al remitente, claro con la debida motivación y así no se activaría el plazo de 30 días para que opere la elección ipso iure de la primera persona que conforma la terna.
Es importante recordar que el presidente solo propone una lista para seleccionar; y, tampoco se trata de elegir a una persona de la confianza del primer mandatario, sino de la ciudadanía.
¿Qué habría acontecido si en la terna hubiera estado Julian Assange? Tiene la nacionalidad, la edad mínima y tal vez hasta el respaldo de una bancada que simpatizó con él en el pasado.
¿Sí medimos la gravedad de las implicaciones, como para conformarnos con la explicación de que la Asamblea no tiene sustento constitucional para cuestionar una terna del Ejecutivo ni para devolverla?
En todo caso, no sería la primera vez que se devuelva una terna enviada por el Ejecutivo. En este periodo presidencial, precisamente el pasado junio, el Consejo de Participación Ciudadana y control Social (CPCCS) devolvió al presidente Lenín Moreno su terna para elegir al superintendente de Ordenamiento Territorial, por cuanto los tres candidatos incumplían requisitos. ¿Acaso la Asamblea Legislativa tiene menos jerarquía que el CPCCS?
El CPCCS transitorio, presidido por el doctor Julio César Trujillo, le solicitó al presidente (agosto/2018) que envíe una nueva terna para la designación del superintendente de Control de Poder de Mercado. Al mes siguiente, el presidente Moreno envió la segunda terna y de esta fue escogido el actual superintendente. Un ejemplo de que las ternas enviadas por el Ejecutivo no son intocables y que es necesaria la veeduría ciudadana.
Respetables opiniones insisten en que el requisito de renunciar al cargo público antes de integrar una terna para elección del vicepresidente de la República no aplica, porque tal exigencia solo sería para los candidatos de una contienda electoral. El caso es que esa inhabilidad tiene su razón de ser, en la necesidad de que el candidato no utilice para la promoción de su candidatura las ventajas del cargo, incluidos los recursos públicos. Sin duda, tal peligro también gravita en la elección del vicepresidente dentro del seno de la Asamblea y por ello deben verificarse esa y todas las inhabilidades en los aspirantes. El reciente escándalo que involucra a asambleístas en el reparto de hospitales y contratos de insumos médicos constituye un evidente ejemplo de ese alto riesgo. (O)
*Publicado previamente en el diario El Universo el día viernes 24 de julio del 2020
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viernes, 10 de julio de 2020

¿Marchar con antorchas?

Jorge G. Alvear Macías
@jorgalve                     jorgalve@yahoo.com
¿Qué nos resta por hacer para impedir que los corruptos enquistados en el Gobierno, en la Asamblea y en otras funciones e instituciones públicas continúen beneficiándose ilegítimamente del erario y del IESS que pertenece a los trabajadores?
Ante tanta inmoralidad en el manejo de fondos públicos ya no quedan dudas de que el accionar político –con nimias excepciones– considera al Estado botín para los vencedores de la contienda electoral. Pareciera existir un mensaje no escrito de autorización para el “agarra lo que puedas”. Todo amparado por una estructura legal y judicial que provee impunidad y facilita la continuación del saqueo en dolosos contratos con sobreprecios, fraudulenta evasión de impuestos, contrabando de combustibles subsidiados o en la canallesca obtención de beneficios que solo deberían favorecer a personas con severas discapacidades.
Los pomposos nombres de códigos, leyes y procedimientos para seleccionar jueces, fiscales y autoridades de control constituyeron un fiasco. La gran mayoría de cuerpos legales fue iniciativa del Ejecutivo, aprobados durante el correato (por legisladores que en la generalidad cumplían consignas). Y lograron protección para la organización delincuencial que se incrustó en el poder y para los “asuntos entre privados”.
El expresidente Gustavo Noboa no exageró cuando dijo mientras comentaba la descontrolada corrupción: “El desastre moral es tan grande, tan terriblemente grande, que yo no lo había visto nunca, ni siquiera estudiando las épocas más duras del Ecuador”.
Pero no solo es producto de la gestión del actual Gobierno que no la enfrentó efectivamente (fue selectivo), además de que el presidente incumplió la promesa de establecer una Comisión Internacional de lucha contra la impunidad con el auspicio de las Naciones Unidas (pues modificó su compromiso con la traída de una comisión de expertos internacionales para prestarle asesoraría en la materia, que nunca funcionó). La desbordante corrupción sería consecuencia de una concertación tácita de individuos de los segmentos políticos, económicos, sociales y culturales, que obtienen directa o indirectamente pingües beneficios de la cooptación del Estado por parte de la alianza político-empresarial.
Una similar situación ocurrió en Centroamérica y dio lugar –por las movilizaciones ciudadanas– a la presencia de la Cicig (Comisión Internacional de Lucha contra la Impunidad solventada por las Naciones Unidas) en Guatemala; y, de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad (Maccih de la OEA) en Honduras.
En Honduras, las redes de corrupción público-privadas invierten en campañas políticas para acceder a “contratos de concesión que generan enormes fortunas y que, a la vez (…) son el canal apropiado para lavar dinero y activos provenientes del narcotráfico y del crimen organizado” (Centro de Estudio para la Democracia).
¿Qué hacer en Ecuador? ¿Marchamos con antorchas (como en Guatemala y Honduras) y exigimos al presidente que cumpla al menos la oferta electoral de traer la Comisión Internacional de Lucha contra la Corrupción? (O)
*Publicado previamente en el Diario El Universo el día viernes 10 de julio del 2020
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