viernes, 16 de mayo de 2014

El bachiller


Jorge G. Alvear Macías



Hace muchos años un amigo, en un programa de televisión de cobertura nacional, entre sus consejos para superación personal expresaba: “Si usted hace lo mismo, obtendrá lo mismo”. Desconozco si mi amigo, fallecido tempranamente, se inspiró en la frase atribuida al genio Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Pero con seguridad, lo que mi amigo quería era convencer a los televidentes de que no esperaran milagros para vivir mejor.
Lo anterior me vino a la memoria luego de leer ayer en Diario EL UNIVERSO que don Antonio Hernández recibió su título de bachiller a los 87 años y quiere ir a la universidad. Su aspiración, además, me recordó que en el último año de mi carrera de Derecho tuve por compañeros a una dama y a su padre, quienes junto con los demás alumnos recibieron el título profesional de abogado. Supe que ambos instalaron su bufete para ejercer la profesión. Aún me sorprende esa historia como lo ha hecho la del señor bachiller Antonio Hernández. Ambas ratifican la vigencia del consejo de mi amigo Eduardo Manrique Trujillo, que con seguridad fue seguido por muchísimos ecuatorianos que estarán de acuerdo conmigo sobre su utilidad. 

Como el señor Hernández aspira a seguir una carrera universitaria (imagino que muchos adultos mayores como él también) quiero apoyar la idea desde esta columna, pues puede ayudar, entre otras ideas, a complementar la lucha contra el subdesarrollo, el cambio de la matriz productiva y a la realización personal de un adulto mayor. Se trata, además, del aporte de la experiencia de los adultos mayores. La actual Constitución respalda el proyecto de vida de Antonio Hernández y las instituciones del Estado deben satisfacer su derecho a la educación superior, tal como se busca satisfacer a los jóvenes. Los adultos mayores también tienen derecho a nuevos conocimientos en la era del conocimiento.
Han transcurrido más de cinco años desde la vigencia de la Constitución de Montecristi y no se ha anunciado siquiera la intención gubernamental –en lo pertinente a los adultos mayores– de hacer efectivo aquello de “la educación es un derecho de las personas a lo largo de su vida y un deber ineludible e inexcusable del Estado. Constituye un área prioritaria de la política pública y de la inversión estatal, garantía de la igualdad e inclusión social y condición indispensable para el buen vivir…” (art. 26).
No hay que olvidar que el Estado está obligado a ejecutar políticas –tal vez, en este caso, acciones afirmativas– destinadas a fomentar la educación y el trabajo de las personas adultas mayores, incluso en entidades públicas (no despedirlas como ha ocurrido en los hospitales y en otras entidades con el procedimiento de “renuncias voluntarias”), para que contribuyan con su experiencia, pero necesitan capacitación en función de su vocación y aspiraciones. Es lo que dispone la Constitución (art. 38).
Es admirable la determinación del ciudadano Hernández y su ejemplo de superación personal hay que difundirlo más. Existe una población importante de adultos mayores que espera oportunidades y que no se los excluya.
Por ahora bien por don Antonio Hernández. Desde ya sugiero un reconocimiento del Cabildo para él.
*Publicado originalmente en el Diario El Universo el día viernes 16 de mayo del 2014.


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