viernes, 22 de febrero de 2013

Asignación de escaños


Jorge Alvear Macías jorgalve@yahoo.com 

Aunque legal el sistema, resulta injusto que con su aplicación Alianza PAIS u otra organización en igual situación, obtenga (hasta este momento), entre 96 y 97 curules del total de 137 que compondrán la nueva Asamblea Nacional. La lista 35 habría acumulado 51,8% de los votos, sin embargo, se le asignarían 70% de los escaños totales.

Si la democracia consiste en obedecer lo que señale el electorado, y este le asignó 51,8%, tal organización política no debería tener más escaños que ese porcentaje. Esto es 71 bancas. ¿Por qué el desajuste en la proporción? ¿Cuál es la causa de tener 25 curules adicionales?

La causa es la aplicación de una fórmula matemática llamada de “divisores continuos”. También la división de las provincias grandes en pequeños distritos.

El sofisticado método conocido como la Ley D’Hondt, se aplica para valorar los votos de candidatos a asambleístas provinciales (los nacionales tienen otro método) y da como resultado una representación no vinculada al número de votos realmente obtenidos.

La fórmula fracciona el voto del elector (cuando no vota en “plancha”). Por ejemplo, si vota por uno o varios de los candidatos de una lista. Entonces su voto solo valdrá una fracción igual al número de candidatos de la papeleta. Si son diez, el voto solo valdrá un décimo. Si un candidato recibió 200.000 votos individualizados (no en plancha) estos se reducen dramáticamente en sus posibilidades por el fraccionamiento que impone el método.

El método afecta más en pequeñas circunscripciones electorales y por supuesto afectó a los candidatos de provincias como Pichincha, Guayas y Manabí, divididas en distritos. Ilustra lo ocurrido en el Distrito 1, de la zona norte del Distrito Metropolitano de Quito. Ahí Alianza PAIS habría tenido el 45,1% de sufragios, sin embargo se “lleva tres de los cuatro curules”, equivalentes al 75% de los puestos del distrito. Si hubiera un reparto realmente proporcional, solo le corresponderían dos de los cuatro puestos.

Los beneficiados expresan que es errado aplicar una simple regla de tres para la distribución de los puestos. Que el método D’Hondt es usado en muchos países y precautela la representatividad y que quienes se quedaron fuera “sacaron pocos votos y, por ende, el método no les otorga un espacio legislativo”.

El sistema se adoptó con el cambio de las reglas para las elecciones recientes, no obstante que la Constitución impide hacer reformas a la legislación electoral, en el año anterior a la celebración de elecciones (aunque el CNE movió la fecha de convocatoria).

Hay quienes sostienen que el sistema no es ni bueno ni malo “per sé”, pero aceptan que no se lo debatió y además se aprobó mientras se organizaban las elecciones.

No puedo asegurar que existe el método perfecto para la representación política en un sistema eleccionario, pero sin duda están distantes de la perfección los que se alejan de los parámetros de la proporción y la lógica.

No responden a los requerimientos democráticos los métodos que reflejan contundencias artificialmente construidas en contra de la voluntad del electorado. Puede que respondan a una finalidad estridente y para anular cualquier contrapeso. Lamentablemente no siempre son advertidos a tiempo y generan resultados no queridos para los votantes. Es decir, carecen de transparencia.

*Publicado en el diario El Universo el viernes 22 de febrero de 2013


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