viernes, 20 de marzo de 2020

Epidemia, su lado positivo


        Jorge G. Alvear Macías
El COVID-19 está modificando muchos aspectos de la cotidianidad en el mundo. Amigos de distintas urbes me han compartido sus experiencias, que revelan la naturaleza única de esta crisis; así como también los nuevos hábitos impuestos por el infortunio. Aunque venturosamente se han recuperado hábitos felices que se pensaban perdidos y resultan reconstituyentes para la espiritualidad y para fortalecer lazos familiares y comunitarios. 
Lo cierto es que el temor de las naciones –al terrorismo fanático– ha sido sustituido en parte por una descomunal amenaza biológica, respecto de la cual se carece de una efectiva vacuna y obtenerla podría tardar meses. Se infiere así del anuncio reciente de la OMS, pues a pesar de los múltiples ensayos clínicos en el desarrollo de una vacuna, estos “no brindan la evidencia clara y sólida” para establecer los tratamientos que pueden ayudar a salvar vidas. 
Mientras tanto, algunos “millennials” regresan a casas de sus padres en Estados Unidos, buscando el afecto familiar ante el temor de quedar aislados durante una temporalidad incierta. Allá también entusiasma la actitud empresarial de al menos 69 proveedores de internet, quienes sensibles con las desventajas del aislamiento social para evitar el virus, ofrecieron no desconectar el servicio a clientes residenciales y a pequeñas empresas que no puedan pagar los cargos durante el embate del virus. 
Mientras en New York, los trotadores disfrutan de más espacio en sus recorridos, por la baja actividad laboral y la disminución de transeúntes, amigos madrileños apenas pueden salir al jardín de sus viviendas por el estricto control policial. Uno de ellos fue muy explícito: “Aquí la gente comenzó a concienciarse de verdad hace una semana, cuando vio que el número de casos de enfermos no dejaba de crecer. Desde que se decretó el Estado de Alarma la gente lo ha entendido, lo ha aceptado y en general está cumpliendo con las normas dictadas. Siempre hay algunos disconformes y la policía con flexibilidad pero con firmeza está haciendo cumplir. El Gobierno ha centralizado en un Comité de Crisis formado por cuatro ministros (Sanidad, Interior, Transportes y Defensa) la toma de decisiones. Hay preocupación y por cierto mucho temor, pero no se trasluce en el comportamiento de la mayoría, que continúa con sus obligaciones de ir a trabajar (los que no lo pueden hacer en casa) o quedarse en sus casas atendiendo a los hijos. En resumen, hay orden dentro de la anomalía”.
Entre los madrileños (y en otras comunidades) la gente se está preocupando más por el entorno de amigos y familiares y hace un seguimiento del estado de salud de aquellos. La situación también invita a los jóvenes a reflexionar y retomar valores de la vida familiar. 
Una dama parisina amiga, cuyo esposo podría estar contagiado pero bajo supervisión médica, me comentó que en París rige el confinamiento obligatorio en casas, y los ciudadanos pueden acudir a comercios de primera necesidad hasta las 18:00. En filas de farmacias, supermercados y comercios deben mantener distancia de 1,5 a 2 metros. 
Allá, como acá, los médicos que enfrentan el virus, transmiten gran respetabilidad profesional en su generosa vocación de curar. Son junto a los paramédicos, los verdaderos héroes. 
*Publicado previamente en el Diario El Universo el día viernes 20 de marzo del 2020.
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