Jorge G. Alvear Macías
Ninguna persona y menos la que pinta canas merece ser deshonrada. Ser brillante no es una gran hazaña si no respetas nada, dijo Goethe, el poeta y novelista alemán, y aplica también a quienes detentan el efímero poder.
Lo anterior a propósito del comentario subido de tono, dirigido por el secretario jurídico de la Presidencia a monseñor Antonio Arregui Yarza, autoridad de la Iglesia en Guayaquil, luego de que este manifestara –entre otras precisiones ponderadas y revestidas de civilidad– que el diálogo convocado por el Gobierno debe “recuperar credibilidad”, sugiriendo un imprescindible gesto que confirme la intención de escuchar a todos los sectores. También indicó que los “espacios de discusión de todos los asuntos públicos se han restringido peligrosamente de tal manera que solo ha quedado la calle para manifestar el descontento”. Se sumó así a muchas voces que piden al Gobierno hacer rectificaciones.
La opinión del obispo sí concreta un “recado”, vocablo que es sinónimo de mensaje o respuesta oral que se envía a alguien. En el caso lo envía la gran mayoría de ecuatorianos al Gobierno, pero no podría calificárselo de insolente, pues ni es extraño a las graves circunstancias sociales y políticas, ni entraña ofensa alguna. Su valiente iniciativa, sincera, fundada, que responde al sentido común, era y es necesaria en momentos en que escasean las luces para encontrar un norte hacia puerto seguro, en medio de un mar de temores, terquedades y arrogancias. Monseñor Arregui “tomó el toro por los cuernos” y ha dicho lo que tenía que decir con sencillez y con profundidad de pensamiento, para bien de los gobernantes y gobernados. Seguir leyendo aquí: http://tinyurl.com/oaw6ykk
*Publicado originalmente en el Diario El Universo el día viernes 4 de septiembre del 2015.
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