La defensa de los valores democráticos obliga a estar atentos a los peligros que sobre ellos penden. Por ello, lector, considere las consecuencias del anunciado subsidio para periodistas que trabajan en “pequeños medios de información”.
Recuerde que en los últimos 6 años, la búsqueda de la información y el ejercicio de la libertad de expresión ha sido difícil, ejemplos hay suficientes. A esto hay que sumar los apuros de ciertos periodistas para conservar su trabajo a diferencia de los que los perdieron. Especialmente en ciertos medios de comunicación privados acosados, pues los que laboran en medios públicos tienen mejor suerte.
Tenga presente que las condiciones económicas de los empresarios de la comunicación son distintas. Algunas empresas privadas de comunicación, fueron forzadas con dedicatoria a deshacerse de otros negocios que en muchos casos ayudaban a equilibrar las finanzas de los medios.
Desde el Gobierno se repite que la comunicación no debe ser una actividad de lucro, sin embargo, en el continente europeo, –referente de respeto a los derechos humanos–, hay consenso en que el periodismo se ejerce mejor desde los medios de comunicación sustentados en un soporte empresarial. Por ello debe garantizárseles libertad y evitarles presiones internas. Es decir, que las empresas periodísticas como empresas especiales, de carácter socioeconómico, tienen objetivos empresariales que no deberían ser obstaculizados por el Estado, pues de ello depende la prestación de un servicio que satisface un derecho fundamental: el de recibir información.
El anunciado subsidio de un aumento salarial para periodistas de “pequeños medios de comunicación”, luego de que en diciembre pasado se dispuso un aumento salarial, iría aparentemente en la línea de no afectar la gestión empresarial de los pequeños medios privados (aunque se afecta a todos).
Sin embargo esa medida tiene otras lecturas sobre los efectos, que trascienden la economía empresarial. Me refiero a la afectación del derecho ciudadano a informarse plenamente, pues el subsidio tendría un efecto directo y determinante sobre la objetividad del subsidiado y obviamente sobre la información que transmita.
La iniciativa se produce en medio de la campaña electoral, viene de un candidato presidente que busca reelección, por tanto, de partida, se pone a prueba la objetividad del beneficiado.
Algo similar ocurrió en Argentina el 2009. El gobierno pagó parte de los sueldos, especialmente de periodistas de las radios con más audiencia en la capital federal.
Sin negar la legítima aspiración de todo individuo a mejorar su nivel de vida, estimo que de concretarse el ofrecimiento crearía preocupantes condiciones de dependencia en el periodista, y esto es peligroso para el flujo de la información. Pues aunque no se confiese, habría el objetivo de presionar directamente o con efecto subliminal a los comunicadores sociales y a las empresas de comunicación. Por tanto, la medida es claramente incompatible con la libertad de expresión.
No se avizora un periodismo independiente, si quienes cubren, redactan o narran noticias reciben sueldo en todo o parte, de quien genera la noticia.
Otra lectura: el subsidio podría llevar la intención de provocar en el periodista subsidiado un síndrome similar al conocido como “Síndrome de Estocolmo”. Dado que los periodistas han sido estigmatizados (“gordita horrorosa”, “corruptos”, etcétera.) para restarles credibilidad, lo que equivale al secuestro de la libertad de información…, pero estarían agradecidos con el secuestrador.
Recuerde que en los últimos 6 años, la búsqueda de la información y el ejercicio de la libertad de expresión ha sido difícil, ejemplos hay suficientes. A esto hay que sumar los apuros de ciertos periodistas para conservar su trabajo a diferencia de los que los perdieron. Especialmente en ciertos medios de comunicación privados acosados, pues los que laboran en medios públicos tienen mejor suerte.
Tenga presente que las condiciones económicas de los empresarios de la comunicación son distintas. Algunas empresas privadas de comunicación, fueron forzadas con dedicatoria a deshacerse de otros negocios que en muchos casos ayudaban a equilibrar las finanzas de los medios.
Desde el Gobierno se repite que la comunicación no debe ser una actividad de lucro, sin embargo, en el continente europeo, –referente de respeto a los derechos humanos–, hay consenso en que el periodismo se ejerce mejor desde los medios de comunicación sustentados en un soporte empresarial. Por ello debe garantizárseles libertad y evitarles presiones internas. Es decir, que las empresas periodísticas como empresas especiales, de carácter socioeconómico, tienen objetivos empresariales que no deberían ser obstaculizados por el Estado, pues de ello depende la prestación de un servicio que satisface un derecho fundamental: el de recibir información.
El anunciado subsidio de un aumento salarial para periodistas de “pequeños medios de comunicación”, luego de que en diciembre pasado se dispuso un aumento salarial, iría aparentemente en la línea de no afectar la gestión empresarial de los pequeños medios privados (aunque se afecta a todos).
Sin embargo esa medida tiene otras lecturas sobre los efectos, que trascienden la economía empresarial. Me refiero a la afectación del derecho ciudadano a informarse plenamente, pues el subsidio tendría un efecto directo y determinante sobre la objetividad del subsidiado y obviamente sobre la información que transmita.
La iniciativa se produce en medio de la campaña electoral, viene de un candidato presidente que busca reelección, por tanto, de partida, se pone a prueba la objetividad del beneficiado.
Algo similar ocurrió en Argentina el 2009. El gobierno pagó parte de los sueldos, especialmente de periodistas de las radios con más audiencia en la capital federal.
Sin negar la legítima aspiración de todo individuo a mejorar su nivel de vida, estimo que de concretarse el ofrecimiento crearía preocupantes condiciones de dependencia en el periodista, y esto es peligroso para el flujo de la información. Pues aunque no se confiese, habría el objetivo de presionar directamente o con efecto subliminal a los comunicadores sociales y a las empresas de comunicación. Por tanto, la medida es claramente incompatible con la libertad de expresión.
No se avizora un periodismo independiente, si quienes cubren, redactan o narran noticias reciben sueldo en todo o parte, de quien genera la noticia.
Otra lectura: el subsidio podría llevar la intención de provocar en el periodista subsidiado un síndrome similar al conocido como “Síndrome de Estocolmo”. Dado que los periodistas han sido estigmatizados (“gordita horrorosa”, “corruptos”, etcétera.) para restarles credibilidad, lo que equivale al secuestro de la libertad de información…, pero estarían agradecidos con el secuestrador.
*Publicado en el diario El Universo, el viernes 25 de enero de 2013
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