viernes, 8 de noviembre de 2019

Movilizaciones en Bolivia

 Jorge G. Alvear Macías
Son preocupantes las generalizadas protestas en Bolivia, por los estallidos de violencia en algunas regiones y las lamentables pérdidas de vidas y heridos. Convenimos con quienes sostienen como razón de peso a las sospechas de fraude en las elecciones, en las que Evo Morales pretendió su cuarta reelección presidencial. Esto, porque cuando las tendencias anticipaban una segunda vuelta electoral, de pronto una detención del conteo rápido por casi 24 horas negó esa posibilidad. Un evento anormal ya visto en estos lares.
En la convulsionada nación se enfrentan quienes defienden la supuesta victoria de Evo Morales con los que ahora exigen su renuncia. 
El organismo ciudadano, denominado Comité Nacional de Defensa de la Democracia (Conade), efectuó un informe con pruebas para sustentar las acusaciones del fraude, documento destinado a la Organización de Estados Americanos (OEA), que actualmente tiene a un equipo de especialistas auditando el proceso electoral. El Conade, entre otras irregularidades, detectó: sumas equivocadas en las actas; volteo de datos; actas en las que el partido de Evo obtiene más votación que votantes inscritos; fotografías de actas completadas y firmadas cinco días antes del proceso electoral. El informe también señala que hubo cédulas de identidad duplicadas y traspaso de la votación del presidente a diputados y senadores. 
Para el politólogo boliviano Luis Alberto Amurrio (blog fisurasite.com), contactado por este columnista, otras causas están presentes en las protestas: La candidatura de Evo Morales se dio ilegítimamente, por ser contraria a la Constitución que solo permite una reelección; y, además, porque un referéndum negó la reelección indefinida. 
Amurrio, como muchos bolivianos, sospecha de la OEA. Es que no obstante haberse pronunciado sobre las irregularidades y sugerido una segunda vuelta, el organismo convocó a realizar una auditoría vinculante para todas las partes; sin embargo, esto lo acordó únicamente con el Gobierno, sin incluir a los demás sectores. Adicionalmente, su secretario general (Almagro) había respaldado la ilegítima candidatura de Morales, aunque en mayo de este año expresara que “la reelección no es un derecho humano”. 
Encontramos relevante, en la opinión de Amurrio, su apreciación de que en las movilizaciones participan mayoritariamente jóvenes que reaccionaron rápidamente ante el fraude electoral; y, que solo buscan garantizar la democracia, sin dependencia política. También resulta importante la presencia de Luis Fernando Camacho, líder de un comité cívico de la ciudad de Santa Cruz, que decidió promover la renuncia de Morales, inicialmente sin mucha relevancia y luego convertido en principal hecho mediático, que encendió los conflictos y dio a Camacho plataforma para reunirse con los líderes opositores que respaldan su propuesta. 
Hay que asumir la preocupación de Evo Morales desde que pidió a sus leales cercar ciudades y confrontar las movilizaciones contra su régimen. Morales sigue apelando a la lucha de clases; a oponerse a la derecha, al imperio, al golpe de Estado y otras argucias. Así encubre el objetivo de desmovilizar, dividir y atemorizar a los manifestantes.
Con Amurrio estimamos que la conflictividad aumentará. Evo no tiene intenciones de renunciar o convocar nuevas elecciones, pues enfrenta posibilidades de perderlas, además hay varios casos de corrupción que saldrán a flote. Los militares pueden ser un factor determinante, pero no han definido su postura. (O)
*Publicado previamente en el Diario El Universo el día viernes 8 de noviembre del 2019
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