viernes, 19 de abril de 2019

Maestrías




Jorge G. Alvear Macías

La Asamblea Nacional vía reformas a la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) busca limitar aranceles de las maestrías en las universidades particulares. La legisladora Viviana Bonilla sostiene que su alto costo afecta a los profesionales. Que un profesional con ingresos de dos salarios básicos no puede asumir USD 15.000 o 18.000 que cuesta una maestría.

Ella asegura que no hay interés oculto para beneficiar a alguien ni para hiperregular el sistema educativo. Está abierta a escuchar y lograr una solución intermedia, pero su plan prevé que las maestrías de las universidades particulares no cuesten más de USD 11.820. 

Lo anterior me recordó que la LOES reconoce a las universidades y escuelas politécnicas la autonomía académica, administrativa, financiera y orgánica. No obstante, la ley citada (art. 73) sugiere que el Consejo de Educación Superior (CES) y las instituciones de educación superior particulares, para acordar la fijación de aranceles, deben considerar, entre otros criterios: costo de carrera o programa; nivel de formación; pago adecuado del personal académico; inversión en investigación; costo de servicios educativos; y otras inversiones académicas. Sin ser imposición del regulador o del regulado.

Esa misma norma reitera que las universidades particulares no pueden tener lucro y por ello deben reinvertir excedentes, para incrementar su patrimonio, preferentemente en investigación, becas, capacitación, formación de profesores y material bibliográfico. 

Ahora bien, considerando la iniciativa que aborda la Asamblea –y atendiendo la apertura de la asambleísta Bonilla– me permito trasladarle algunos aportes para reflexionar mejor el proyecto. Algunos recogidos en la conferencia ‘La importancia de la universidad privada para el desarrollo de las naciones’, brindada en esta ciudad por el académico chileno Dr. Adolfo Arata (Pontificia Universidad Católica de Valparaíso). Otros aportes han sido analizados en publicaciones internacionales.

-El desarrollo del país está condicionado por la competitividad global; y, en este campo, las universidades tienen un rol fundamental en investigación y formación.

-La formación de posgrado y la investigación de calidad constituirán el factor diferenciador para el crecimiento económico de los países. Los que no sigan estos lineamientos estarán destinados al subdesarrollo.

-Las universidades deben someterse a evaluaciones internacionales para ser reconocidas mundialmente.

-Muy pocas universidades ecuatorianas están entre las mil mejores del mundo. Ello solo se logra alcanzando la excelencia. Pretender lograrlo sin recursos y financiamiento es ilusorio. Si el Estado por sus grandes exigencias sociales no puede enfrentar la realidad, debe permitir la colaboración del sector privado, lo que incluye a  los alumnos con capacidad de pago.

-En la actividad educativa es imposible separar la calidad del costo del servicio. Limitar el valor de los aranceles de maestrías atenta contra la excelencia y la sustituye con mediocridad.

-Para obtener mejores posgraduados y beneficiar el desarrollo nacional, es necesario contratar los mejores profesores, especialistas, nacionales y extranjeros, con los costos implicados. Si estos costos no pueden ser asumidos totalmente por los alumnos, el Estado debe hacerlo con becas y créditos blandos.


En conclusión, maestrías de bajo costo implicarán calidad cuestionada e impulsarán a los mejores alumnos a abandonar el país, buscando lo mejor, con la consiguiente fuga de cerebros y recursos económicos. (O)
*Publicado previamente en el Diario El Universo el día vienes 19 de abril del 2019.

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