viernes, 19 de octubre de 2018

‘¡Viva Posorja!’

Jorge G. Alvear Macías

Los linchamientos son crímenes. Los “actos de justicia popular” no tienen justificación en un Estado de derecho, aunque en las redes sociales algunas personas pretendan legitimarlos.

Sin duda, son expresiones de barbarie que envilecen a las sociedades y avergüenzan injustamente a los miembros no partícipes. Esto a propósito de lo acontecido en Posorja esta semana, cuando tres personas acusadas de hurto e intento de secuestro de un niño (esto no se ha comprobado) fueron asesinadas por la muchedumbre luego de atacar un recinto policial donde estaban custodiados y extraerlos. En las redes sociales circularon videos que registraron el salvajismo popular, que vitoreaba como una hazaña o acción gloriosa, y con al menos un “¡Viva Posorja…!”.

Las autoridades, que han ofrecido juzgar a los responsables de tales crímenes, tienen una ardua tarea para asentar así un categórico mensaje que detenga lo que podría ser una gravísima réplica de esa reprochable conducta popular en otras poblaciones ecuatorianas.
Ahora bien –y ya lo señaló la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), sobre linchamientos–, estos hechos están identificados como un problema tanto de la administración de justicia como de la deficiente seguridad ciudadana donde ocurrieron. Para la CIDH, el Estado y sus distintos niveles de gobierno deben adoptar todas las medidas necesarias para afrontar y solucionar tales problemas. Les corresponde prevenir delitos y resolver efectivamente los conflictos.

Este columnista encuentra que los linchamientos, ocurridos en número creciente en países como México, Colombia y en otros de América Latina, con los que compartimos raíces culturales y socioeconómicas, responden a similares circunstancias. Por ejemplo, en un reportaje de la Segunda Asamblea Plenaria Ordinaria de 2018 de la Comisión Nacional de Tribunales Superiores de Justicia de México (Conatrib), el ombudsman de ese país (equivalente a nuestro defensor del pueblo) diagnosticó “que en tanto el Estado no cumpla con sus obligaciones de abatir la impunidad y brinde condiciones mínimas de seguridad a la sociedad, la desconfianza en las instituciones y la desesperación de las personas por obtener justicia dejarán abierta la puerta para que se presenten nuevos casos de justicia por propia mano”.

Pero hay más elementos presentes en las complejas causas que configuran el fenómeno del crimen colectivo que entraña el linchamiento, que como sociedad nos corresponde tener en consideración. En la revista colombiana Semana, bajo el título ‘Justicia o linchamiento, ¿cuál es el límite?’, un experto en seguridad opina que la respuesta violenta, casi natural, de los ciudadanos cuando están en una situación de superioridad frente a su agresor tiene varias razones y pasa por el profundo descontento social por la justicia. A la gente, por ejemplo, ya no le interesa protestar, sino actuar por mano propia.

En la misma revista, el sociólogo Alfredo Molano interpreta la situación como un gran resentimiento de la gente que no puede equilibrar su consumo con su ingreso. Que la televisión y el fútbol dirigen a incentivar el consumo no siempre satisfecho, generando resentimiento en el individuo que descargará contra el primer culpable que encuentra y concreta en darle patadas a un ladrón.
A lo anterior se suma que la difusión de los videos de los hechos de Posorja contribuye para que otros los repitan. (O

https://www.eluniverso.com/opinion/2018/10/19/nota/7006631/viva-posorja

*Publicado previamente en el Diario El Universo el día viernes 19 de octubre del 2018

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