Jorge G. Alvear Macías
Parecía imposible. El Parlamento Europeo dio visto bueno esta semana a la incorporación de Ecuador al Acuerdo Comercial, que la Unión Europea (UE) celebró en el 2012 con Colombia y Perú. Corríamos el riesgo de perder el acceso preferencial a ese mercado comunitario, si no se aprobaba la incorporación, y nuestras exportaciones hubieran sido gravadas con fuertes aranceles a partir del 2017.
Finalmente funcionaron cientos de voluntades, del sector público y del sector privado. De Europa y de acá –más de allá–. Funcionó cuando empezaron a “remar” en una dirección, a la par de la colaboración internacional, gestionada apropiadamente, con sobriedad y eficiencia.
Según EL UNIVERSO, el responsable de abogar en el Parlamento Europeo por la aprobación, Helmut Scholz, explicó a sus colegas eurodiputados que el acuerdo es crucial para nuestra economía y para el impulso de “políticas sociales y medioambientales más progresistas”. Resaltándose su advertencia de que se vigilará el impacto que tenga el Tratado sobre la gente de nuestro país y que se reclamarán cambios en caso necesario. Esto implica que las autoridades del Estado ecuatoriano también deben respetar la Cláusula Democrática del Acuerdo.
El Acuerdo Comercial tiene objetivos generales: mejorar el comercio entre las dos regiones; el acceso a los servicios y a la contratación pública; reducir las barreras técnicas al comercio; desarrollar y modernizar las economías de los países andinos involucrados; atraerles inversiones; y, ayudar a sus empresas a competir internacionalmente. LÉA MÁS:
*Publicado originalmente en el Diario El Universo, el día viernes 16 de diciembre del 2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario