Jorge G. Alvear Macías
Se pregunta el consumidor. El ministro de Industrias y Productividad asegura que no existe escasez de algunos productos, debido a las medidas adoptadas para sustituir importaciones por bienes hechos en el país.
El ministro nos pide valorar y adquirir bienes de producción nacional. Insiste en que tienen igual o mayor calidad que los importados y que “es cuestión de ir acostumbrándonos al consumo de lo nuestro”. También ha desempolvado un añejo proyecto de ‘Producción de harina de banano verde’ con el excedente del rechazo de la fruta, para obtener harina para la elaboración del pan y así reducir la importación de harina de trigo. El representante de la Asociación Ecuatoriana de Molineros (Asemol) ha puesto en duda el proyecto: ningún molino en el país tiene los equipos que se requieren para hacer harina de banano y menos para obtener las indispensables 20 mil toneladas anuales. Adicionalmente, los panificadores ven posible su utilización en mayor medida para elaborar pan dulce y no tanto el pan de sal.
Lo inquietante del modelo de sustitución de importaciones es que se aplicó sin planificación y que su objetivo parece ser distinto al promocionado de lograr autonomía industrial. Hay indicios de que se busca detener la salida de divisas. Como resultado ya tiene un efecto sobre los productos de consumo. Lo dijeron en las redes sociales inicialmente y luego en las noticias de pocos medios independientes.
Está acentuada la carencia de ofertas de margarinas y artículos de aseo personal en mercados y tiendas. Ciertos supermercados no ofrecen cereales procesados. Un vocero de la Cámara de Industrias de Guayaquil ha explicado la carestía debido a restricciones en importación de 239 subpartidas, entre ellas, materias primas.
Conjeturo que lo indicado podría ser consecuencia de improvisar e ignorar la historia sobre este tipo de medidas. También entiendo el nerviosismo ciudadano, pues no desea vivir el desabastecimiento que padecen los venezolanos, aunque de distinto origen.
Hay improvisación de una medida gubernamental, cuando ella ignora los fenómenos económicos y sociales y conduce a situaciones caóticas.
En el caso aflora que la sustitución de importaciones fue dispuesta sin asegurar la oferta de suficientes productos de fabricación nacional ni la fluidez de la importación de materias primas para su elaboración.
Además, me temo que la medida ignoró la historia sobre los efectos negativos del modelo de sustitución de importaciones y soslaya ejemplos de países que abandonaron ese caduco modelo económico: México y Chile. Estos tienen un mercado abierto de productos extranjeros compitiendo con los nacionales. Pero además liderando las exportaciones de América Latina.
Es lamentable que se hayan desoído las alertas tempranas. Desde inicios de año, sectores productivos advirtieron el peligro de un problema de desabastecimiento.
Aún estamos a tiempo para impedir que continúe el desabastecimiento. Es necesario suspender la indicada restricción de importaciones hasta preparar una industria en plena producción de suficientes productos. Antes de adoptar el modelo –que debe tener un plazo de duración–, asegurar la competitividad, sin monopolios y buena calidad. Además, no abandonar las actividades de exportación ni apostar todo a la industrialización. Los dólares llegan del exterior. Si no se lo fomenta, el sector exportador desaparecerá.
*Publicado originalmente en el diario El Universo, el día viernes 21 de marzo del 2014
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