Jorge Alvear Macíasjorgalve@yahoo.com | @jorgalve
Lejos de sostener que existe o ha existido una democracia perfecta en la historia de la humanidad, me inclino a afirmar que sería beneficioso seguir la experiencia acumulada por pueblos de naciones referentes, que perseveran en lograr el ideal sistema democrático. Nos ahorraríamos algunas equivocaciones y violencias que estuvieron presentes en otras sociedades del continente africano, de Centroamérica y de países más cercanos, como Argentina, Perú y Chile.
Por lo anterior, resulta muy preocupante que nuestros graves problemas sean soslayados inexplicablemente por la ciudadanía, pese a la evidencia y no reaccionemos en consecuencia. Es el caso de la inseguridad jurídica y la falta de independencia de la Función Judicial –cuestionada con la designación de ciertos jueces de la Corte Nacional–, hasta el punto de que haya llamado la atención en foros internacionales.
Prueba de lo anterior es la información proporcionada en el diario El Comercio, acerca de un artículo publicado antier, en la revista Foreign Policy de autoría de Otto J. Reich y Ezequiel Vázquez-Ger, bajo el título ‘How to destroy a judicial system in three easy steps’ (Cómo destruir un sistema judicial en tres sencillos pasos). Este título resume la conclusión de las ideas y los ejemplos proporcionados por Reich y Vázquez-Ger. El sistema judicial escrutado es el nuestro, así de claro.
Lejos de sostener que existe o ha existido una democracia perfecta en la historia de la humanidad, me inclino a afirmar que sería beneficioso seguir la experiencia acumulada por pueblos de naciones referentes, que perseveran en lograr el ideal sistema democrático. Nos ahorraríamos algunas equivocaciones y violencias que estuvieron presentes en otras sociedades del continente africano, de Centroamérica y de países más cercanos, como Argentina, Perú y Chile.
Por lo anterior, resulta muy preocupante que nuestros graves problemas sean soslayados inexplicablemente por la ciudadanía, pese a la evidencia y no reaccionemos en consecuencia. Es el caso de la inseguridad jurídica y la falta de independencia de la Función Judicial –cuestionada con la designación de ciertos jueces de la Corte Nacional–, hasta el punto de que haya llamado la atención en foros internacionales.
Prueba de lo anterior es la información proporcionada en el diario El Comercio, acerca de un artículo publicado antier, en la revista Foreign Policy de autoría de Otto J. Reich y Ezequiel Vázquez-Ger, bajo el título ‘How to destroy a judicial system in three easy steps’ (Cómo destruir un sistema judicial en tres sencillos pasos). Este título resume la conclusión de las ideas y los ejemplos proporcionados por Reich y Vázquez-Ger. El sistema judicial escrutado es el nuestro, así de claro.
El caso es que los cuestionamientos internos al proceso de integración de la Corte Nacional, fundados incluso en constataciones ciertas y expresas del informe –aunque tenga carácter provisional– de la veeduría internacional liderada por el suspendido Juez Baltazar Garzón, se han trasladado al escenario internacional por la gravedad que implican. Y qué bueno que así sea, porque las declaraciones de don Baltazar, quien ha sugerido falta de valor de las constataciones del informe, generan desconfianza aquí en Ecuador y afuera.
La conclusión de Otto Reich y Ezequiel Vázquez-Ger no es exagerada. La destrucción de un sistema judicial tiene graves consecuencias en la confianza del ciudadano, pues impacta en su vida y en su bienestar. La institucionalización propia del estado de derecho permite a los individuos realizar mejor sus labores. Sin incertidumbre y en la creencia de que el Estado garantizará sus derechos.
Para Reich y Vázquez-Ger, los tres pasos dados con intención de destruir el sistema judicial del país, son: Primero: se reestructuró el sistema de nombramiento de judiciales para controlarlo; Segundo: mediante su control, se designó a subordinados del poder político, como Wilson Merino, para la Corte Suprema (Nacional). Tercero: este paso está en marcha y consiste en legitimar el proceso internacionalmente. Reich y Vázquez-Ger además sostienen que el éxito o el fracaso del plan depende del informe de supervisión del Sr. Garzón y de la reacción internacional a este esquema.
A la vista de la inquietante situación, y parafraseando a Reich y Vázquez-Ger, resulta necesario que los defensores de la democracia en el mundo levanten sus voces en amparo de la libertad en Ecuador y que el Sr. Garzón enseñe a nuestras autoridades la diferencia entre la democracia representativa y la autocracia.
La conclusión de Otto Reich y Ezequiel Vázquez-Ger no es exagerada. La destrucción de un sistema judicial tiene graves consecuencias en la confianza del ciudadano, pues impacta en su vida y en su bienestar. La institucionalización propia del estado de derecho permite a los individuos realizar mejor sus labores. Sin incertidumbre y en la creencia de que el Estado garantizará sus derechos.
Para Reich y Vázquez-Ger, los tres pasos dados con intención de destruir el sistema judicial del país, son: Primero: se reestructuró el sistema de nombramiento de judiciales para controlarlo; Segundo: mediante su control, se designó a subordinados del poder político, como Wilson Merino, para la Corte Suprema (Nacional). Tercero: este paso está en marcha y consiste en legitimar el proceso internacionalmente. Reich y Vázquez-Ger además sostienen que el éxito o el fracaso del plan depende del informe de supervisión del Sr. Garzón y de la reacción internacional a este esquema.
A la vista de la inquietante situación, y parafraseando a Reich y Vázquez-Ger, resulta necesario que los defensores de la democracia en el mundo levanten sus voces en amparo de la libertad en Ecuador y que el Sr. Garzón enseñe a nuestras autoridades la diferencia entre la democracia representativa y la autocracia.
*Publicado en el Diario El Universo, el viernes 15 de junio del 2012
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