Urge programar la paralización de la refinería de Esmeraldas con acciones coherentes, pues lo imponen las necesarias condiciones de resguardo de la seguridad de las vidas humanas de trabajadores que la operan y de los miles de habitantes asentados en sus alrededores. No es prudente que continúe operando luego de las conclusiones que indican que su situación “es crítica” y hay muy serios problemas en su operación. No es cualquier diagnóstico, así fue presentado en días pasados por el ministro Carlos Pérez al presidente Lenín Moreno, tras el recorrido de las instalaciones de la indicada refinería.
El especialista en asuntos petroleros René Ortiz, en un panel de ayer en radio Democracia, recordaba que en Guayaquil en la década de los 70, una explosión producida por la fuga de gas licuado tuvo efectos en un radio de 2.000 metros en el sur de la ciudad, y que ello resultaría una cosa menor en comparación con la probable explosión de la unidad de craqueo de la planta industrial de Esmeraldas, que funciona a altas y peligrosas temperaturas mientras se enfría con vapor de agua mediante mangueras que “le cuelgan”, lo que no sería normal en esa clase de unidades. LÉA MÁS http://www.eluniverso.com/opinion/2017/09/01/nota/6358573/paren-refineria
*Publicado previamente en el Diario El Universo el día viernes 1 de septiembre del 2017
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