Jorge G. Alvear Macías
Los venezolanos quieren sobrevivir, un ánimo que los acompañará en las elecciones del próximo domingo, para escoger 167 diputados a la Asamblea Nacional.
Las encuestas calculan entre 15 y 30 puntos la ventaja de la oposición sobre el chavismo. Incluso podría ganar en circuitos históricamente chavistas. Pero hay otros indicios que señalan un chavismo perdedor. Me refiero a recientes declaraciones de Maduro: “Si se diera ese escenario hipotético negado, negado y transmutado (¿?), yo gobernaría (…) en unión cívico-militar”. Otra: “Si la derecha toma la Asamblea Nacional (...). Yo les digo, yo no me voy a entregar, (…) yo sé que vamos a triunfar, pero si pasara una circunstancia negativa, yo me iría a las calles a luchar”. Es decir, no aceptaría la derrota. Otro indicio: la exministra chavista Ana Elisa Osorio sugirió que renuncie todo el gabinete.
El proceso electoral se desarrolla en un ambiente caldeado y de desconfianza, agravado por la decisión del Parlamento Europeo de no enviar observadores, debido a la inseguridad.
Los venezolanos reclaman un cambio. No desean hacer colas de tres o cuatro horas para adquirir harina, aceite, café o pañales para sus hijos. Están cansados de madrugar y no encontrar lo que buscan. No pueden pagar altos precios de artículos de primera necesidad que solo oferta el mercado negro. El Banco Central no informa hace diez meses sobre el índice de inflación. Otras fuentes afirman que es del 200%. Maduro solo reconoce el 85%. El salario mínimo de 9.522 bolívares equivale a 12,69 dólares (al cambio del mercado paralelo).
Una encuesta última informó que la mayoría cree que Maduro dañó el recuerdo positivo de Chávez, y que el 59% de los votantes “seguros” apoyará a la oposición y el 25% al oficialismo. Sin embargo, si se polariza el voto, los independientes se sumarían proporcionalmente a las fuerzas dominantes. Entonces, los votos válidos favorecerían en 70,2% a la oposición y 29,8% al oficialismo.
El 72% no cree en Maduro cuando culpa a la derecha y a Estados Unidos del desastre económico. Solo el 25% le cree. El 74% piensa que no está capacitado para resolver la crisis.
A la pregunta “¿Hay que dejar que Maduro termine su periodo… o es necesario que se vaya antes?”, el 69% respondió que se vaya antes; el 28%, dejarlo terminar. Del 88% que quiere cambios, el 72% desea que los haga un nuevo gobierno. La mayoría desea que los militares regresen a los cuarteles y no intervengan en política; y, eliminar controles de cambio y de precios.
En la encuesta sorprende el gran apoyo de la gente al libre mercado (70%), porque garantiza el abastecimiento y resuelve la pobreza al generar empleos con buenos salarios.
En el escenario de que el chavismo pierda –incluso con fraude– hay que considerar el riesgo de que se suspendan las elecciones. Emili J. Blasco, corresponsal del diario ABC, aseguró que el Gobierno dio “órdenes de continua evaluación de la movilización de la militancia”, que “no ha respondido suficientemente” para tomar esa decisión. Aunque necesitan una excusa. La violencia desatada (incluido el asesinato del candidato opositor Luis Manuel Díaz) podría ser la excusa buscada para postergar las elecciones.
Si hay elecciones, Venezuela no llorará por Maduro.
*Publicado originalmente en el Diario El Universo, el día viernes 4 de diciembre del 2015.
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