Jorge G. Alvear Macías
Hillary Clinton no logró escribir un nuevo capítulo en la historia de
Estados Unidos como su primera mujer presidenta. Los estadounidenses
escogieron nuevamente un hombre –Donald Trump–, a quien sus detractores
acusaron de no estar preparado para conducir ese país, además de
populista, xenófobo y antisistema.
La impopularidad pesó más sobre la señora Clinton, incluso dentro de
su propio partido; identificada con el caduco entramado político.
Recordemos que una corriente del partido Demócrata confiaba más en el
triunfo de Bernie Sanders, cuya candidatura ella habría boicoteado. Tal
vez entre los demócratas y simpatizantes no se atendió seriamente una
encuesta (cadena Fox, junio 2016) en la que el 66% consideraba a Hillary como persona deshonesta y poco fiable.
El candidato Trump tampoco fue tomado en serio (entre demócratas y
republicanos) cuando anunció su postulación antes de las primarias, ni
en la campaña presidencial. Se mostró tal cual y a pesar de él, hizo
conexión con un país real, lo que las dirigencias políticas de su propio
partido no pudieron. Trump utilizó insistentemente en su discurso, y
con éxito, la percepción de la encuesta en contra de su rival.
Interpretó y canalizó a su favor la ansiedad sobre el presente y el
miedo sobre el futuro, principalmente de la población rural (red necks).
Les habló del dolor que sentían por trabajar muy duro y haber sido
olvidados. Contrario a lo que se piensa, el miedo también moviliza. LEÁ MÁS: http://www.eluniverso.com/opinion/2016/11/11/nota/5897188/sucedio-trump-presidente
*Publicado originalmente en el diario El Universo el día viernes 11 de noviembre del 2016.
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