viernes, 22 de abril de 2016

Reconstrucción posterremoto

Jorge G. Alvear Macías


La espontánea presencia de la sociedad civil en la ayuda a los damnificados del terremoto del pasado sábado 16 de abril ratificó la permanente actitud solidaria y la generosidad de los ecuatorianos. En distintas ciudades del país y del mundo, los ciudadanos comunes se organizaron para dar ayuda casi de inmediato, gracias a las redes sociales.
Entender el drama y responder al pedido de socorro de los sobrevivientes y compadecernos por la pérdida de sus seres queridos en el desastre es y será nuestra realidad en los próximos días, pero al mismo tiempo, en medio de estos avatares, aceptar que el país no ha estado preparado para lo vivido y lo que viene.

Lo cierto es que Ecuador ha tenido una muy dura lección. La institucionalidad de la República tendrá que a partir de ahora tratar a los desastres naturales como eventos recurrentes y no como extraordinarios. Ello obligará a hacer provisiones. Sagradas y protegidas provisiones, con sanciones legales para actos de su malversación.
En la región Costa sabemos que el fenómeno de El Niño tiene recurrencia, pero desde la institucionalidad pública se prefiere confiar en la suerte y siempre debemos vivir dicho fenómeno con acciones de emergencia. Lo propio acontece frente a las erupciones del Tungurahua y del Cotopaxi. Y ello debe cambiar. No más. 
*Publicado originalmente en el Diario El Universo, el día viernes 22 de abril del 2016.

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