Jorge G. Alvear Macías@jorgalve
En 1964 fue promulgada en Estados Unidos la Ley de Derechos Civiles, por el presidente Lyndon B. Johnson. Ya empezó la celebración del cincuentenario esta semana en la ciudad de Austin, Texas, con actos conmemorativos en los que participaron el presidente Obama y los expresidentes Carter, Clinton y George Bush Jr.
La ley declaró ilegales ciertas formas de discriminación realizadas en ese país durante mucho tiempo, a la par autorizó al gobierno a emprender acciones para impedir otras prácticas prejuiciosas. Lo relevante, según noticias de la época, es que el logro de la ley evidenció un importante consenso político. La ley concretó la prohibición a discriminar por razones de raza, color de piel, religión, sexo, o el origen nacional. El consenso, entre otras razones, explicaría el porqué del respeto a esa ley, no obstante ciertas críticas actuales, pertinentes a la insatisfacción de una reforma migratoria, del matrimonio gay, la igualdad de género y la educación.
En la promulgación de la ley, Johnson dijo a la nación: “Creemos que todos los hombres han sido creados iguales. Pero a muchos se les niega el trato igual”. Él era vicepresidente cuando John F. Kennedy fue asesinado (noviembre de 1963) y tuvo que asumir la presidencia tras la tragedia.
La evocación del pueblo estadounidense de su histórica ley invita a reflexionar que hay que complementar el esfuerzo de promocionar los atributos turísticos de nuestro país con algo más que con la producción publicitaria, que incluye una canción de los Beatles (obviando la participación de compositores nacionales). Hay que convencer al mundo de que en realidad tenemos amor y concordia que ofrecer. Que creemos que todos los seres humanos tenemos ciertos derechos inalienables, aunque muchos ecuatorianos no los disfrutan y otros son molestados por su opinión, utilizándose en la triste tarea leyes impuestas sin consenso y además cuestionadas en foros y organismos internacionales de derechos humanos. Claro, será difícil desvanecer la percepción de que en Ecuador se tergiversan las opiniones de contexto neutro o expuestas a manera de ejemplo por un periodista, para luego juzgarlas de discriminatorias u ofensivas, sobre la base de denuncias que no se sostienen o que atribuyen sin fundamento, intenciones perversas al denunciado. Será imperioso persuadir a los potenciales visitantes de que creemos en las razones para proteger los derechos civiles, porque están profundamente incrustadas en la historia, la tradición y la naturaleza del hombre y que podemos comprender cómo ocurrió todo el atropello que sufrieron las minorías, pero sin rencor ni odio, sin buscar la revancha con personas que ninguna responsabilidad tienen con aquellos tiempos “cuando se vendían las haciendas, con indios, animales y todo” (en alusión a una entrevista radial).
Si bien Johnson promulgó la ley hoy conmemorada, su proyecto fue enviado por Kennedy al Congreso en 1963, después de las protestas en Birmingham, Alabama, donde la policía reprimió a los manifestantes pro derechos civiles con garrotes, cañones de agua y perros. Entonces Kennedy razonó: “Los eventos de Birmingham y otras partes han aumentado tanto los reclamos de igualdad que ninguna ciudad, estado o cuerpo legislativo puede optar prudentemente por pasarlos por alto”.
Acá, en Ecuador, también hay reclamos que no cabe ignorar…
*Publicado originalmente en el diario El Universo, el día viernes 11 de abril del 2014.
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