viernes, 3 de junio de 2016

Maduro y el Estado forajido

Jorge G. Alvear Macías@jorgalve

Se habría perdido la posibilidad de que la OEA contribuyera, por ahora, a la solución de la crisis en Venezuela. El Consejo Permanente de la Organización se limitó a instar un “diálogo abierto” entre Maduro y la Asamblea Nacional, envueltos en una grave pugna institucional. Un diálogo improbable en medio de evidencias graves de la ruptura democrática y los ánimos reiterados del gobierno de Maduro de retardar un referéndum revocatorio que le sería adverso. Su voluntad aflora en la declaración de los 34 países miembros de la OEA que excluyó la exhortación a realizar el referéndum que forzaría a Maduro a entregar el poder.
Pero la resolución entraña derrota para el mismo Maduro y aliados de Nicaragua, Dominica, Ecuador y Bolivia, que acusaban de invalidez al informe del secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien invocando la Carta Democrática para los casos de alteración o ruptura del orden democrático pidió analizar la situación de la crisis venezolana. También implica revés para los presidentes de dichos estados que pretendieron, sin éxito, trasladar la mediación de la crisis a la Unasur y aprobar un proyecto de resolución de Maduro.
La resolución del Consejo Permanente también dejó sin piso el discurso de Maduro y sus adláteres: una supuesta política injerencista y estrategia para provocar la intervención de Estados Unidos en los asuntos políticos venezolanos. Digo esto, pues la invitación al diálogo fue precisamente apoyada por el “imperio”, que dicho sea de paso no deja de ser inconveniente para el desarrollo de la institucionalidad democrática venezolana, pues dicho Consejo lo que debió fue sugerir el referéndum.
La situación resume una turbia mezcla de éxitos y derrotas ideológicas y de intereses coyunturales de estados (gobiernos) “dueños de la OEA”. LÉA MÁS: 
*Publicado originalmente en el Diario El Universo el día viernes 3 de junio del 2016.

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