Jorge G. Alvear Macías
Esta semana el presidente Moreno pidió de soslayo a José
Serrano, presidente de la Asamblea, afrontar las consecuencias de sus
errores –intuyo que se refería a los aflorados en su conversación con el
excontralor Pólit– y que no arrastre a la institución con él. El primer
mandatario dijo confiar en “que esa es la posición del compañero” y
“espera (su) decisión patriótica”. Hubiera sido mejor que en el pedido
incluyera a “otro compañero”: el fiscal Carlos Baca, así satisfaría
parcialmente el clamor multitudinario contra el sistema de justicia,
manifestado en distintas ciudades del país. Ese conglomerado perdió la
confianza en dicho sistema y no cree más en la independencia de la
investigación penal de la Fiscalía, especialmente en la que vincula o
debería vincular a quienes fueron las máximas autoridades del Estado,
hoy bajo sospecha de enriquecerse ilícitamente o de facilitárselo a
otros.
Coincidimos con algunos pronunciamientos del presidente, en
particular con su dicho de que para conducir el país se necesitan
“personas que se comporten de acuerdo a los valores, de acuerdo a la ética y de acuerdo a la moral”.
Por ello, es inaceptable que quienes no se han comportado así pretendan
aferrarse a los máximos cargos de la Asamblea Nacional y la Fiscalía
General del Estado. Los aludidos no deberían tensar más el clima
político, nada les asegura que exasperada la paciencia ciudadana, puedan
librarse de consecuencias no pensadas ni deseadas. LÉA MÁS:
*Publicado previamente en el Diario EL Universo, el día viernes 9 de marzo del 2018
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