viernes, 22 de enero de 2016

Final amargo


Jorge G. Alvear Macías@jorgalve


Una carta de George Orwell de 1944, publicada en el libro George Orwell: una vida en cartas (2013), suministra inquietantes vaticinios para el mundo, algunos ya cumplidos. Veamos.
Desapareció Hitler y los totalitarismos continuaron en ascenso en algunos países, pues surgieron otros “führer”. Aunque actualmente, afortunadamente, se desintegran: Argentina, Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, para mencionar unos pocos.
Por ello Orwell anticipó la tendencia a no creer en la existencia de la verdad objetiva, “porque todos los hechos deben ajustarse a las palabras y profecías de algún ‘führer’ infalible”. Hitler decía que los judíos empezaron la guerra –y si él sobrevivía al frente de una Alemania triunfadora–, “hoy eso sería la historia oficial”. En Latinoamérica lo hemos visto. Además, muchos intelectuales afines al poder del momento (no digo todos) “son más totalitarios en perspectiva que la gente común”. En Ecuador, a algunos académicos no les incomodan los métodos dictatoriales, mientras sientan que las prácticas están de “su” lado. Los vemos en los círculos de poder.
Alguna relación con lo observado tienen las recientes declaraciones de la secretaria de Gestión Política del Gobierno Nacional, Paola Pabón, al comentar los nueve años del Gobierno. Sugirió que en el país se han dado cambios en condiciones democráticas, soslayando que estamos condicionados por leyes que las restringen. Afirmó (resistiéndose a la lacerante verdad objetiva) que el modelo económico gubernamental le ha dado esperanza y ha cambiado la vida a los ecuatorianos. Negando que la oposición planteó alternativas para salir de la crisis (reduzcan el gasto excesivo se les repitió). Ella, como el presidente, piensa que la “situación compleja” de la economía debe identificársela como “el temporal perfecto”; y claro, “es imposible que no salgamos mojados”, dijo (¿O ahogados?). El símil con un fenómeno atmosférico intenta desviar la atención de las verdaderas causas de la debacle económica –en proceso– que incluyen la ineptitud.

En La tormenta perfecta, película protagonizada por George Clooney, basada sobre un fenómeno climático ocurrido en 1991 en Estados Unidos (1991), el capitán de un barco pesquero decidió salir de las tradicionales aguas tranquilas de pesca a una zona muy lejana, con expectativas de llenar las bodegas de pez espada, ganar mucho dinero y revertir la mala racha económica del negocio. El caso es que durante la travesía se formaron inesperadamente dos gigantescas tormentas, una de origen frío y otra caliente que fusionadas generaron una supertormenta.
Pero el “temporal perfecto” que refirió doña Paola no fue inesperado. Fue advertido desde todos los rincones de la nave: ¡Cuidado con el despilfarro, deténgalo! ¡Detengan el endeudamiento, no les metan la mano a los fondos del IESS! Claro, apareció la tormenta que sin duda nos cambió la vida a los ecuatorianos y nos ha dejado con menos esperanza.
Existen otros detalles en el paralelismo entre el manejo económico del Estado durante estos nueve años de gobierno AP, y el barco pesquero de Clooney. Ambos capitanes decidieron enfrentar la tormenta. Ambos responsables únicos de la decisión. Cuando la tormenta los atrapa, se ven obligados a pedir ayuda y el rescate se complica. La película tiene un final amargo, como la gestión del Gobierno.
¿Saldremos solamente “mojados” como dijo doña Paola? En la película, capitán y tripulación se ahogaron.

*Publicado originalmente en el diario El Universo el día viernes 22 de enero de 2016


1 comentario:

Unknown dijo...

Buen blog. Muy interesante la reseña. Nosotros somos estudiantes de Artes y realizamos fotoreportajes. Saludos y si puedes date una vuelta por nuestro blog proyecto #RelataReflejo y nuestras redes. Historias de nuestra realidad urbana.
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