viernes, 20 de febrero de 2015

Reelección, ventajismo

Jorge G. Alvear Macías

La alternabilidad del poder no se sustenta solo con elecciones periódicas. Un sistema constitucional democrático requiere límites rígidos de permanencia en el cargo de los presidentes. Así se previó en Montecristi, para evitar la eternización del presidente en el poder. No lo olvidemos.
Esos límites tenía Venezuela hasta la enmienda constitucional del 2009. Desde entonces se debilitó la alternancia en el ejercicio del poder. Actualmente, frente a la conflictividad social y los abusos de Maduro, podríamos sostener que tal cambio estructural de la Constitución está conduciendo a Venezuela a la situación de un Estado fallido.
¿De qué otra forma valorar su precario escenario? Un país petrolero, preso del caos, sin capacidad para enfrentar exitosamente los problemas internos y dominado por el despotismo. Sin diálogo ciudadano. Con ausencia de garantías e irrespeto a los derechos civiles; se vive escasez de productos básicos, agravamiento de la pobreza, violencia, proliferación de la corrupción que involucra a altas autoridades en sospechas de enriquecimiento ilícito con dineros públicos y del narcotráfico.
Sin duda, se ha vuelto un Estado ineficaz. Venezuela tiene control militar y policial, pero no se cumplen sus leyes uniformemente, por el direccionamiento de un proyecto político que divide a ciudadanos en amigos y enemigos. Hay mercado negro del dólar. Excesiva burocracia. Crisis económica producto del despilfarro y asfixia del sector productivo. Criminalización de la protesta social, cuyo ícono Leopoldo López cumplió un año preso, sin sentencia y con acusaciones infundadas. Constantes violaciones de Derechos Humanos. Aparición de élites “boliburguesas” beneficiadas con negocios estatales, algunos de dudosa legalidad. El Poder Judicial obedece al poder político. El poder político es la ley misma.

Luis Salamanca, exdirector del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela y exmiembro del Consejo Nacional Electoral (CNE), sobre la reelección presidencial ilimitada, advierte:

-Hay ventajismo electoral: Aprovechamiento de instituciones y sus recursos por quienes detentan el poder. Existe una acción concertada de los poderes públicos para apuntalar al candidato gobernante. Hay condiciones para manipular la ingeniería electoral.

-El CNE no garantiza la igualdad, imparcialidad, transparencia y confiabilidad en las campañas electorales. Imposible fiscalizar la propaganda institucional que favorece a los candidatos a reelección.
-En el 2012 Chávez aprovechó eso, desbordando la propaganda de Capriles. Además de los 3 minutos diarios de propaganda televisada y 4 minutos de la radial, contó con los spots gubernamentales y las “cadenas presidenciales” de obligada transmisión. Así, toda su campaña acumuló 47 minutos diarios. Capriles apenas pudo utilizar 3 minutos.
-La publicidad institucional a favor de un gobernante candidato, aunque no pida votos, configura promoción electoral. Los demás candidatos no tienen esa oportunidad.
-En la lógica del ventajismo, las instituciones públicas y normas reguladoras funcionan para fortalecer al presidente, como líder del proyecto revolucionario. Porque de la continuidad en el cargo depende su realización.
-Se descabezan partidos y movimientos políticos de oposición, poniendo afines al oficialismo. Ocurrió con movimientos pro-Capriles, que luego apoyaron a Chávez.
-Los presidentes en ejercicio tienen ventajas que pueden tornar ilusoria la posibilidad de ganarles una elección.
Por estas y otras consideraciones no comentadas, Salamanca sugiere restablecer los límites a la reelección presidencial.
¿Aprecia algo conocido en el escenario venezolano?

*Publicado originalmente en el Diario El Universo el día viernes 20 de febrero del 2015

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