viernes, 15 de marzo de 2013

Francisco


Jorge Alvear Macías jorgalve@yahoo.com 


Qué buena noticia ha sido para los latinoamericanos y especialmente para los argentinos, la elección del nuevo papa Jorge Mario Bergoglio, su santidad Francisco. Reúne requisitos del perfil de un santo, según el secretario general de la Conferencia Episcopal Española.

Su hoja de vida es muy interesante. Para empezar se observa un hombre con férrea determinación para responder a su vocación. Admirable en quien siendo adolescente, fue sometido a cirugía para extirparle un pulmón. A tan pocas horas de su elección, el mundo ya ha comprobado que es un hombre sencillo, de discurso frontal y claro, sin necesidad de expresarlo en los siete idiomas que habla.

Se ha especulado sobre las razones que incidieron en su elección. Tal vez sea, en efecto, la que el mismo Francisco expresó espontáneamente en su primera aparición pública: “Hermanos y hermanas, buenas noches. Sabéis que el deber del cónclave era dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo al fin del mundo…”. Hubiera sido interesante preguntarle ¿por qué en Argentina y no en Chile, que está un poco más lejos? Esta inquietud se presta para más especulaciones. ¿Acaso es en Argentina en donde se necesita poner las cosas en orden y Francisco sabe cómo hacerlo?

Es que Jorge Mario Bergoglio en sus años al frente del Episcopado argentino, tuvo algunos choques con la familia Kirchner y esta usó su canal de televisión para intentar desprestigiarlo. Bergoglio recibió el ataque como una persecución contra los católicos.

Los temas del discurso de confrontación incluyeron la oposición de Bergoglio al matrimonio entre personas del mismo sexo, mientras instaba a los sacerdotes para que se hable en las misas sobre “el bien inalterable del matrimonio y la familia”. También criticó la gestión de Cristina Fernández, pues consideraba que ella estaba acostumbrando a la sociedad a observar impasiblemente la miseria y la violencia. Además porque los recursos de la nación podían evitarlo (¿algo que se observa en Venezuela y Ecuador?).

De ahí que, considerando la seriedad que ha caracterizado a su santidad Francisco y su escrupulosa coherencia –calificada así por algunos medios argentinos– así como su liderazgo moral, es de esperar que entre las prioritarias tareas que le competen a la Iglesia, se atiendan sus gravísimos problemas, que hoy por hoy se irradian desde allá al resto de Latinoamérica y viceversa. Especialmente los que atañen al núcleo social: la familia.

Recordemos que el entonces cardenal Bergoglio se refirió al proyecto de ley que permitiría el matrimonio homosexual, como “una movida del diablo”. Llamó la atención la franqueza de su mensaje: “No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (este es solo el instrumento), sino de una 'movida' del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”.

Lo cierto es que la experiencia argentina en buena medida se comparte fuera de sus fronteras. Los fenómenos sociales, las explicaciones y medidas gubernamentales en esa hermana república, son referentes a los que hay que darle seguimiento para establecer los aciertos y fracasos. En ello seguramente ayudará Francisco.


*Publicado en el diario El Universo, el viernes 14 de marzo del 2013.


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