viernes, 12 de octubre de 2012

¿Por qué ganó?



Jorge Alvear Macíasjorgalve@yahoo.com file:


Respecto de Hugo Chávez, García Márquez habría comentado que se trata de un individuo con “…dos opuestos que habitan la misma persona”: uno, el hombre afortunado que tuvo la oportunidad de salvar a su país, y el otro, un ilusionista que pasará a la historia como otro déspota más.

¿Pero un ilusionista ganó las elecciones el pasado domingo? Hay explicaciones para su reelección, otras para acusarlo de déspota, pero solo el tiempo confirmará si es un ilusionista.

Por ahora detengámonos en las circunstancias de la reelección. En primer lugar está la morrocotuda organización estructurada con la población más pobre y dependiente del gasto público.

A lo anterior se suma la descomunal propaganda oficial. En la campaña y aun antes se usaron todos los recursos públicos. El día anterior a la votación se publicitaron entregas de casas. Junto al desborde oficial operaron la censura y el hostigamiento a periodistas y medios comunicación.

Habría incidido también el carácter de Chávez para enfrentar la adversidad. Comenzó su campaña con desgaste político y además físicamente débil por el cáncer. Sacó fortalezas de esas flaquezas, dicen los más entusiastas, para revertir la desventaja.

También operaron ciertos defectos del discurso de Capriles, evitando la confrontación y siendo respetuoso a despecho de sus aliados. No aprobaron que Capriles ofreciera profundizar y mejorar el programa social gubernamental, pues el elector pudo reflexionar: Si son buenos los programas, ¿por qué no votar por Chávez que tuvo la idea? Otra queja: ¿Por qué no enfatizó sobre los riesgos de reelegir un presidente con cáncer?

Sin embargo, hay señales de que es muy difícil desarraigar de la población humilde el mensaje de Chávez. El chavismo es una forma de “sublevación de los de abajo”, afirmó un político chileno, fenómeno presente en países con enormes desigualdades. La mayoría de venezolanos pobres prioriza los beneficios sociales. Así, la inseguridad, inflación, mal manejo económico, corrupción y falencias de participación democrática pasan a segundo orden. Para los amplios sectores dependientes del Estado, son “comprensibles” esas falencias.

Es que en el resultado pesan los programas de asistencia social, ejecutados con las “misiones”. Hay subsidios en alimentación y servicios básicos, vivienda, atención de salud en los barrios y educación gratuita.

Entonces debemos concluir que la reelección dependió bastante de la bonanza petrolera. Sin ella no podría atenderse el campo social con magnitud.

Otro componente vinculado: el Partido Socialista Unido de Venezuela. Tiene dos millones de militantes. ¿Cuántos pertenecen a la burocracia estimada en dos millones y medio de gentes? ¿Y los trabajadores de fábricas nacionalizadas? ¿Cuántos fueron intimidados con el despido?

¿Cuántos fueron intimidados con la guerra civil si Chávez perdía?

¿Hubo fraude? Muy temprano para saberlo. Hay quienes afirman que no, pero aceptan que el control de los medios de comunicación produjo desequilibrios con afectación de Capriles.

Es más, Carlos Ominami, exsenador socialista chileno, a propósito del indicado desequilibrio, sostuvo: “…Aquí la escenografía no es la de una democracia impecable y pasan cosas que no serían admisibles en otros lados, pero lo determinante es el desarrollo del conflicto social y en esa pelea se utilizan buenas y malas artes”.

Lo cierto es que no existe una verdadera elección sin condiciones de libertad e igualdad. Fue injusto para Capriles, un ciudadano-candidato, competir sin “juego limpio” con Chávez, un presidente-candidato. Especialmente sin estado de derecho.


*Publicado en el diario El Universo, el viernes 12 de octubre del 2012.

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