viernes, 17 de agosto de 2012

El enemigo sustancial

Jorge Alvear Macías

Gregorio Peces-Barba fue uno de los “padres” de la Constitución española de 1978, aprobada luego del franquismo. Falleció el pasado mes de julio, dejando atrás una estela de logros en la política, en la Academia y un legado importantísimo de obras jurídicas enfocadas principalmente en la Filosofía del Derecho y los Derechos Humanos. Jurista para ejemplo, con prestigio en España y en el exterior.
 
Como columnista del diario El País, Peces-Barba escribió en alguna ocasión, entre las tantas ocasiones y temas tratados, sobre la ideología del enemigo total, advirtiendo que constituye el mayor peligro para la concepción humanística de la historia, de la cultura y de la democracia. Sugería que tal ideología es la expresión radical y más peligrosa de aquella idea de que el hombre es un lobo para el hombre. Al mismo tiempo ubicaba la presencia de esa ideología en los gobiernos autoritarios y en “…personas dogmáticas y violentas, agresivas e intolerantes y que cultivan el odio…”. En uno y otro caso “…son modelos antidemocráticos, antiliberales, antisolidarios y antipluralistas… fomentan rechazos a la dignidad humana, al respeto… al juego limpio”.

Decía, que en esa concepción se impulsa la destrucción del adversario, como enemigo sustancial, sobre la creencia de que es “absolutamente incompatible para la convivencia”. Para afianzar esa posición, previamente se invoca la necesaria “defensa de un yo inocente, justo y poseedor de la verdad, frente a otros, que son los enemigos”.


Por cierto, dejaba entrever, que en el concepto no hay espacio para el imperio del derecho ni la posibilidad de un pacto social. Entendiendo que en estas circunstancias, las leyes se aplican o no, según la conveniencia; y, los consensos son un estorbo para el absolutismo. La única solución de los conflictos se alcanza con el exterminio del enemigo, que carece de valor y es indigno de vivir. Así se justificaron las leyes raciales de Nüremberg, con Carl Schmidt a la cabeza, jurista sagaz e inteligente, pero también vanidoso.

El pensamiento de Schmidt continúa alimentando polémica. Tanto así, que Peces-Barba lo calificó de “encantador de serpientes, que a muchos en la derecha y en la izquierda les produjo y produce un bloqueo moral inexplicable”. Es que el jurista español no entendió por qué en el prólogo y en el epílogo de la obra Tierra y Mar, editada el 2007, se ignoró la etapa negra del pensamiento de Schmidt al servicio del nazismo.

No está de más mencionar la preocupación de Peces-Barba, de que como producto de esa cultura de utilización “atenuada” de la ideología del enemigo sustancial, un escritor en sus discursos exprese desprecio y descalificación hacia otro escritor.

¿Habrá en estos lares algún seguidor de Schmidt, que siga propugnando la ideología del enemigo sustancial?

*Publicado en el Diario El Universo, el viernes 17 de agosto del 2012

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