viernes, 23 de diciembre de 2011

D 19-20

Jorge Alvear Macíasjorgalve@yahoo.com | 

El mes de diciembre para muchos constituye sinónimo de unidad familiar, amistad, bienaventuranza y esperanza de días mejores. Un mes que nos promete paz.

Sin embargo, entre el 19 y el 20 de diciembre del 2001, millares de argentinos salieron en forma espontánea a las calles para protestar contra el presidente Fernando de la Rúa y provocaron su renuncia. Hay quienes sostienen que la protesta fue en general contra todos los dirigentes del país.

En su momento, las protestas y los actos vandálicos fueron cubiertos por CNN, pero gracias a internet tenemos detalles: http://es.wikipedia.org/wiki/Crisis_de_diciembre_de_2001_en_Argentina 


El saldo de los disturbios fue espeluznante: murieron al menos 38 personas, comercios saqueados y multitud de barrios arrasados en distintas ciudades. Los acontecimientos confirmaron que se trataba del estallido de una contenida crisis económica, política y social, que aún se recuerda en ese gran país de Gardel, Fangio, Maradona, Porcel, Pepe Galleta, Messi y Tinelli.

Ya han transcurrido diez años y aún se sostiene que entre los diversos factores interrelacionados, causantes de la crisis, estuvieron presentes el gasto público desmesurado, el marco recaudatorio de impuestos desequilibrado, ineficaz y tramposo; y, un sistema de prestaciones sociales desestructurado que se volvió insostenible.

Por algún tiempo el estrés se apoderó de la comunidad argentina, incentivando la delincuencia, inestabilidad económica e incoherencia en las medidas del gobierno. En definitiva se afectó la paz. Por ello hoy, el cometido de esta columna es reiterar la necesidad de paz y de la buena voluntad para conseguirla y mantenerla. Sin lirismos ni expresiones huecas. Con sentido práctico.

Me explico: Los estudios generalmente aceptados coinciden en que el crecimiento económico de un país depende del apropiado ambiente que estimule la gran inversión extranjera (reglas claras, respeto a los derechos humanos y seguridad jurídica), también de la confianza del consumidor respecto al mejor uso de su dinero y la certeza de mantener un flujo de ingresos en el futuro. Sin embargo, se afirma en otros saberes, que también incide el mayor o menor grado de estrés de la colectividad. Así, a menor estrés del conglomerado social, mejor resultado económico.

Lo interesante es que de acuerdo a cierta teoría fundamentada en el estudio del Vedismo (la religión más antigua de la India), el grado de estrés social puede condicionar el desempeño de un gobernante.

Tal vez lo indicado le provoque una sonrisa (me ocurrió igual), pero la explicación tiene cierta lógica. Es más o menos así: si la conciencia ciudadana se torna más coherente y armoniosa, influirá en el gobernante quién reflejará esa coherencia y armonía al construir sus reflexiones y, por ende, generará acciones positivas para la sociedad. Expresado con otras palabras, se construiría un círculo virtuoso. Un círculo de paz.

¿Será posible esa solución? ¿Aquí, en Ecuador? Siguiendo el pensamiento de Rene Bros, sacerdote francés, estimo que sí sería posible. Él ha dicho que así como entre el blanco y el negro se producen muchísimas gamas de grises, la reconciliación es la síntesis de lo mejor de las posiciones ideológicas contrarias.

¿Acaso no es momento de acordar la paz, renunciando a la lógica de la confrontación?

Que tenga una feliz Nochebuena.


*Publicado en el Diario El Universo, el viernes 23 de diciembre del 2011.

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