viernes, 12 de agosto de 2011

Es mejor preocuparnos

Jorge Alvear Macías
jorgalve@yahoo.com 
La violencia y saqueos recientes en Inglaterra deberían hacernos reflexionar más sobre la existencia de los grupos delincuenciales integrados por adolescentes.

Allá, grupos vandálicos en solo cuatro días desbordaron a la Policía, con resultados de al menos tres muertos y cientos de heridos entre policías y civiles. Más de 1.100 apresados que tienen saturados los tribunales. Los perjuicios estimados inicialmente llegan a 100 millones de euros.

Las fotografías y videos en internet, que presentan escenas de destrucción y jóvenes encapuchados con cajas de mercadería bajo el brazo, alejándose de los almacenes saqueados, conducen a pensar que podría ocurrir aquí en Ecuador (algo de ello ya se vivió el 30-S en Guayaquil).

Todo empezó como manifestación pacífica en Tottenham, barrio situado en la parte norte de Londres, muy cerca de una comisaría. Se protestaba por la muerte de Mark Duggan, un hombre de raza negra, 29 años, abatido por un disparo de un policía en medio de una persecución.

Los graves incidentes fueron protagonizados por jóvenes, descritos por un vocero de Scotland Yard como “vándalos descerebrados”. Ellos incendiaron edificios y vehículos, saquearon comercios y utilizaron “bombas molotov”, martillos, palos y botellas en contra de la Policía.

Algunos comentaristas señalaron que la violencia se debe a la crisis económica, los grupos radicales y una antigua confrontación con la Policía, en ese barrio de trabajadores de clase media-baja y de etnia múltiple.

Se indicó también que Tottenham tiene la mayor tasa de desempleo y grandes insatisfacciones por el estado de abandono, reclamado reiteradamente a las autoridades.

La gente de ese barrio londinense ya vivió disturbios de igual violencia en 1985. Entonces hubo un policía muerto y 250 heridos; y la causa fue el deceso de una joven, también en medio de una acción policial.

Las fuentes consultadas observan que en los disturbios recientes y los de hace 26 años, afloró la tensión existente entre la población –sobre todo de raza negra– con la Policía.

Sin embargo, en esta ocasión los disturbios no se limitaron a Tottenham. Se extendieron a otros barrios de la capital británica que ninguna relación tenían con la protesta. Así aparecieron motines en el barrio de Hackney, que tiene una de las tasas de criminalidad más altas del Reino Unido, además enclave de los London Field Boys, el grupo violento más conocido en Londres.

Lo insólito es que la violencia contaminó otras ciudades. Liverpool, Manchester, Nottingham, Leeds, Bristol y Birmingham, fueron presa de saqueos, incendios de edificios y coches, y ataques a comisarías.

Se ha culpado a Twitter y a Facebook de ser vehículos facilitadores de la coordinación de los actos de destrucción y saqueo, y a los teléfonos de BlackBerry y su servicio de mensajería, como la “primera herramienta de coordinación entre los alborotadores”.

Le he referido lo anterior, amigo lector, a propósito de la inseguridad de nuestra ciudad y del país. Hoy nos preocupa la delincuencia organizada, pero a la vista de lo relatado, tal vez estamos ignorando la creciente incidencia de las bandas juveniles.

Estimo –parafraseando al periodista Gavin Knight– que es mejor preocuparnos por los jóvenes pandilleros, o a ellos no les preocupará romper la vidriera de un almacén o la ventana de nuestras casas.

*Publicado en el Diario El Universo, el viernes 12 de julio del 2011.

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