viernes, 24 de diciembre de 2010

La carta de doña Jeanneth

Jorge Alvear Macías

Con motivo de la carta de doña Jeanneth de Carrión al Presidente de la República, vino a mi memoria un evento de los inicios de mi ejercicio profesional, cuando escuché a un magistrado de la Corte Superior de Justicia del Guayas, decir una frase que en los actuales momentos –con la injusta prisión del coronel César Carrión– me ha estremecido nuevamente. Cabe anotar que aquél funcionario judicial creía en la reencarnación y su hijo ayer me confirmó que también era miembro Rosacruz. La frase más o menos rezaba así: “…El juez que juega con la libertad de un hombre inocente no termina de pagar su execrable pecado ni en sus descendientes de la quinta generación…”.

Si la frase del magistrado doctor Miguel Hernández Maldonado, que comporta una regla inexorable, ya hubiere sido “comprobada” por algún juez, entonces la purga del pecado sería tremenda y aterradora para el desalmado, pues le esperaría un futuro de expiación de culpas en la carne de sus inocentes seres queridos. Pero, habría que tener en cuenta dentro de este contexto, que si detrás de la actuación judicial perversa, hubieren influencias poderosas, es de esperar –por lógica conexión– que el castigo también se extienda al origen de la consigna.

El relato en la carta de la esposa del Coronel Carrión, justo cuando nos preparamos para celebrar fiestas tan especiales como la Navidad y el fin de año, es inquietante, doloroso y realmente parece una pesadilla la situación que debe enfrentar con sus pequeños hijos.

¿Cómo explicarle a los niños Carrión que su padre debe pasar la Nochebuena tras la rejas sin haber dado motivo? ¿Cómo explicarles que su padre por expresar su opinión, fue ofendido y denigrado públicamente por el Presidente? ¿Cómo explicarles que su padre está preso luego de haber ayudado al Presidente a que recupere su bienestar dentro del Hospital que dirigía? ¿Cómo devolverles la alegría perdida por no compartir con su padre?

Son muchas las preguntas y pocas las respuestas que pueden entender esos niños.

En la carta doña Jeanneth le ha pedido al Presidente que rectifique, buscando que se libere a su esposo. ¿Será necesario? Tal vez sea suficiente que el Juez y el Fiscal lo hagan por él. Sería suficiente que apliquen las medidas alternativas a la prisión preventiva, que clama la Constitución de Montecristi. Simplemente que garanticen los derechos del coronel Carrión, que se garantice y proteja su dignidad. ¿Acaso es un delincuente peligroso para la sociedad?

En fin, no conozco personalmente al coronel Carrión ni a su esposa, pero por la información que tengo y su actitud ante la adversidad, estimo que son personas valientes y de buen proceder. Por ello espero que su doloroso drama lo asuman con mucha fortaleza, que termine pronto, se reencuentre la familia, recuperen la paz y que las expresiones de solidaridad que han recibido se multipliquen.





*Publicado en el Diario El Universo, el viernes 24 de diciembre de 2010