sábado, 23 de octubre de 2010

¿Quién maneja la crisis?

Jorge Alvear Macías


Las opiniones respecto a un supuesto o inexistente intento de golpe de Estado, inmerso en la rebelión policial del “30-S”, son coincidentes cuando señalan ciertos elementos de la misma. Entre otros: el descontento del personal de las Fuerzas Armadas y Policía, generado con la supresión de beneficios salariales; la convicción popular de que el reconocimiento de los derechos debe forzarse con situaciones de hecho; y la impulsiva decisión del Presidente de encarar el reclamo policial, desoyendo a colaboradores que intentaron persuadirlo, para que espere la información completa sobre la situación real de los hechos.

Lo cierto es que, al menos, estos tres elementos confirman la existencia de una crisis política-institucional-ciudadana, que le corresponde afrontar al Gobierno.

Para afrontar esta crisis y controlar su impacto –como acontece con cualquier crisis–, es necesario identificar sus causas, más aún si se presentaron situaciones graves de violencia, con pérdida de vidas; con atentados a la propiedad privada, pánico colectivo, resentimientos en la fuerza policial y en el ejército, traumas de los familiares de las víctimas y de la colectividad toda.

Pero el manejo de la crisis no debe limitarse a contenerla, que por cierto es importante. Lo ideal es que no se repita. Entonces, ¿cómo proceder?

Los especialistas en este campo recomiendan evitar que se sobredimensione la crisis y proponen tratar las controversias de manera que no se profundicen. También debe evitarse que intervengan nuevos actores. En términos coloquiales: cuidarse de “no pisar callos” para no agrandar el “quilombo”.

Desconozco si ya se conformó el Comité de Crisis necesario para manejar la del “30-S”, de pocas personas, con poder para dialogar, tomar decisiones y que respondan ágilmente a las secuelas. La salida del conflicto no puede quedar en manos de un solo individuo.

También se aconseja informar a la colectividad con mensajes claros y precisos, que siempre transmitan la verdad. No se recomienda negar los hechos ni entregar datos falsos o especular. Es apropiado que los encargados en el manejo de la crisis expliquen las circunstancias, el origen de ella, consecuencias y medidas que se tomarán.

Se sugiere además, cuidar el tono del discurso, considerando la posición de los afectados y sin culpar a las víctimas.

Por lo comentado, resulta razonable que para el manejo de nuestra crisis se consulte a los actores involucrados, en medio de un diálogo transparente, que privilegie la credibilidad. Es sensato cesar la insistencia en acusaciones irracionales, ya desvanecidas por la percepción del público.

Para la ciudadanía es prioritaria una señal de que se avanza hacia el restablecimiento de la normalidad. Es imprescindible entonces, garantizar el trabajo de los medios de información, pues su ayuda es vital, pero informando en libertad. Que todos expresen y escuchen las distintas opiniones.

Al final, la opinión pública será la que dé una válida medición de resultados en el manejo de esta crisis… no el Gobierno.

Nota: Ojalá el Presidente en algún enlace y aprovechando su liderazgo –como lo hizo Michelle Bachelet–, reprendiese a la población que participó en los saqueos del 30-S para que tome conciencia y mida la consecuencia de sus actos.


* Publicado en el Diario El Universo, sábado 23 de octubre del 2010

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