viernes, 1 de octubre de 2010

La música también es libertad

Jorge Alvear Macías


Es expresión libre del compositor, tal vez no tanto del ejecutante cuando deba hacerlo para complacer, pero sin duda lo es del que escucha. De ahí que la imposición que trae el proyecto de la Ley de Comunicación, llamada también “Ley de Medios” o “Ley mordaza”, para que las emisoras de radio difundan la producción musical nacional, en un porcentaje igual a la “extranjera,” es incompatible con el concepto de libertad.

Como el común de los lectores, disfruto mucho de la música. De acuerdo a la ocasión escucho la música “nacional”, aunque estimo que la música no tiene fronteras y resulta un contrasentido encasillarla así en un afán nacionalista, que no le reporta ningún beneficio. Es que los cantantes o ejecutantes de música, que ha tenido y tiene nuestro país, han sobresalido y alcanzado la celebridad, dentro y fuera de Ecuador, gracias a la preferencia del público, nacional y extranjero. Es el caso de Julio Jaramillo, Olimpo Cárdenas, Beatriz Parra, su hija Beatriz Gil, Patricia González, los hermanos Parra, Astrid Achi, Hugo Henríquez, Hilda Murillo, Juan Fernando Velasco, Fausto Miño, Jesús Fichamba, Priscila Galecio, los hermanos Miño Naranjo, Silvana, Del Hierro, Betancourt, Cesa, Rosero, para nombrar algunos de la larga lista de talentos.

¿Acaso alguno de los mencionados alcanzaron el éxito por imposición de una ley? Por supuesto que no. La razón principal radicó en que tuvieron una voz privilegiada y porque conformaron sus repertorios de acuerdo al gusto del público. Por desventura, no todos los cantantes tienen la voz que necesitan para alcanzar el favor de la audiencia o no han encontrado “la canción” que les abriría las puertas de la fama. Siendo así, una ley no les proporcionará la voz o la canción que necesitan para triunfar.

En gustos y colores no opinan los doctores, dice el adagio que deben tener presente los asambleístas que impulsan el proyecto de ley de este comentario. La preferencia del público constituye el cauce natural de una carrera musical. Tanto es así que, sin necesidad de la pretendida imposición de la ley, el público sigue escogiendo nuevos valores para llevarlos al estrellato y porque además hay libertad para escuchar o no, incluso la música de dudosa calidad de composición o ejecución. Por ejemplo, ¿conocía usted amigo lector que la canción Chúpate la plata es la más escuchada a cierto nivel de la gran población, …especialmente los viernes de tarde?

La promoción de los talentos –en Corea o Ecuador– tiene muchas alternativas, tantas como lo permite el ingenio. Usted puede comprobarlo en internet, en donde encontrará por ejemplo a Alexandra Cabanilla, quien ofrece su disco titulado Pasional …Jazz ecuatoriano. Ahí puede escuchar en el sitio: emusic.com, fragmentos de Alma en los labios, Pesares, Sendas distintas, Invernal entre otras hermosas melodías. Esta producción “nacional” incluye el valse peruano Regresa. También puede encontrar a Marco Urdiales, con boleros magníficamente interpretados, pero si lo obligan a escucharlos seguramente no le parecerán igual.

Invito a reflexionar sobre lo anterior a doña Betty, a la otra Betty y a don Rolando. La música también es libertad.

 *Publicado en el Diario El Universo, viernes 01 de octubre del 2010

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